Tampoco es tan acid. Desde luego no es un trabajo continuista, pero es que analizada la carrera de Dinarama ¿el qué hubiera sido continuismo? Se entiende que la línea trazada por el “Deseo Carnal” (Hispavox, 1984), que es con la que habían llegado al gran público y la que a Carlos más le satisfacía. Pero un momento, es que a Carlos “No es Pecado” (Hispavox, 1986) le gustaba y mucho, y poco o nada tienen que ver ambos en cuanto a sonido.
Por tanto, evolución lógica no, pero tampoco un giro tan descabellado. De hecho, en las dos anteriores entregas ya habían empezado a jugar con samplers y “maquinitas”. En la Rockdelux de Junio de 1989 decía Nacho: “A mí me gustan mucho las guitarras, eléctricas y acústicas; pero espero que la gente empiece a enterarse de que también existen los secuenciadores, y las computadoras”. Y denunciaba Olvido: “Y menos mal que empieza a haber un poco de mentalidad más abierta. Porque a nosotros, hace algún tiempo, nos han llegado a tener que sacar de un pueblo la Guardia Civil porque ‘…como esa batería es de plástico, no puede sonar: así que nos estáis engañando tocando en playback…’”. Vamos, que la España del momento era un poco «catetil» (qué novedad) en cuanto a sonidos electrónicos se refiere.
Y hablando de samplers, es difícil encontrar una sola canción del disco en la que sample mediante, no se encuentre una referencia a alguna de sus influencias del momento. Precisamente se abre el mismo con uno perteneciente a un anuncio publicitario de “Blade Runner” (Ridley Scott, 1982) en el que se nos da la bienvenida a un muy apropiado mundo nuevo lleno de oportunidades. Y es que “Lo siento”, junto con “Vampirela”, son los únicos temas en los que aún se puede intuir la esencia que se le presupone a Dinarama, aunque si bien es cierto, la ciencia ficción, el tecno-pop e incluso las guitarras de Miguelez siguen más que presentes en este trabajo.
Al son del ¡Wuh yeah! del “Think” de Lyn Collins (sampleado por Rob Base & EZ DJ Rock en el tema «It takes two», y copiado desde entonces hasta la saciedad) nos vamos introduciendo en un tema hip-house como es “Me habló la televisión”, en el que incluso podemos encontrar trazas de los Public Enemy.
“La mosca muerta”, sin embargo, es un cruce Ramones – Sigue Sigue Sputnik, el “¡hazlo!”, con los ritmos mecánicos, el “Rock ‘n’ roll radio” con el “Love Missile F1-11”, pasado todo ello por la batidora de Tod Terry. Un curioso experimento que no termina de funcionar, a pesar de insistirse de nuevo en ello en “La ciencia avanza”. De esta última canción lo mejor que podemos decir es que es la única que mantiene el ingenio lírico de anteriores entregas (“Me da miedo el avión / no monto en ascensor / no puedo soportar / el ruido de un motor / nunca llevo reloj / no veo televisión / la ciencia avanza pero yo no”), algo que si que se le puede achacar a este nuevo trabajo.
Se sigue con “Mi novio es un zombi”, canción que fue acertadamente seleccionada como single del disco, y que pese a pertenecer a Los Vegetales, parece estuviera cantanda por el propio Emilio Sancho. Y es que esa manera tan silábica de cantar, e incluso ese speech, son puramente Nikis. De esta canción se hacen tres remezclas publicadas en un maxi, con una gran acogida comercial que provoca que la discográfica potencie la campaña de promoción del álbum, probablemente la mejor en toda la carrera de Dinarama. La hostia que se iban a llevar iba a ser chica, sin embargo y con perdón.
De Los Nikis a Depeche Mode en “Descongélate”, y de estos a “Godzilla”, con ayuda del Aviador Dro y Michael Jackson. ¡Menudo popurrí!.
Para poner orden al asunto, llega “Lupita la trialera”, una superviviente del “No es Pecado” que con su pop delicadamente electrónico enlaza con la velvetiana “La pastilla roja”.
Y ya si, a partir de esta, podemos decir que el disco es acid.
La revisión housera del “Quiero ser Santa” popularizado por Parálisis Permanente (incluso con la ayuda de Ana Curra como segunda voz), continúa con la ácida “Ectoplasmatic”, cuyos ritmos corrosivos se funden con las guitarras a lo “Need you tonight & mediate” de INXS, los gritos de Gracita Morales y el “Jack’s house” para conformar un final de disco que ya no es que sea acid, es que es techno de Detroit. Mención especial al último corte, que aúna en armonía unos dejes flamencos con estos ritmos sintéticos a los que nos estamos refiriendo.
En definitiva, un muy buen disco, no tan acid como cuenta la leyenda, y con un final que, junto a la portada, si que hace honor a la misma, entendiéndose por final los cuatro últimos temas que tan sólo aparecerían en la versión en CD, como política publicitaria para promover este formato.