“Os lo dije: no os quise a ninguna, sólo quería que fueseis mías. Y cuando os tuve, ya no os quería”. Así comienza el debut de Templeton, con una frase contundente y punzante en una atmósfera brumosa.
Aunque la banda se forma en 2002, no es hasta 2008 cuando irrumpen con fuerza en escena al alcanzar la final del Proyecto Demo y en 2009 nos entregan su primer trabajo. La razón principal es que en estos años no podemos hablar de un grupo constante, más bien de un grupo de amigos que pasaban los veranos aprendiendo a tocar, aprendiendo a hacer canciones bonitas, emocionantes. Cuando se establecen en Madrid es cuando la banda crece y da un paso adelante.
Entre sus influencias reconocen clásicos como The Beatles, The Byrds, The Kinks y bandas más cercanas en el tiempo como Low. En esta primera entrega, nos encontramos con canciones inmediatas como “Brasil” o “Las casas de verano e invierno”, pero la banda presenta un reverso más ambiental, oscuro e incluso psicodélico -“La marcha nupcial” o “La la la (Los niños de San Ildefonso)”-. Los juegos vocales, las guitarras con reverb y distorsión, los vientos suaves y las cuerdas delicadas son un señas de identidad.
Templeton se mueven entre esas dos aguas, siendo en ocasiones directos y más retorcidos y etéreos cuando lo consideran oportuno. En cortes como “Brasil”, la canción más redonda del lote, se percibe una clara cadencia pop sixtie, sin embargo la influencia de Low y Manta Ray se percibe en otros como “Marcha nupcial”. También tienen tiempo para tejer hermosas melodías acústicas -“La tierra de los pájaros”-.
Un trabajo interesante cargado de matices. Tres años después vuelven a la carga con “El Murmullo” (Templeton, 2012).