Tras los resultados inmejorables de «Échate un Cantecito» (BMG / Ariola, 1992) Kiko repite con el productor Dworniak en la continuación lógica y a la altura de aquel, que sería «Está Muy Bien Eso del Cariño» (BMG, 1995). Si bien esta vez no tendrá a Santiago Auserón (el gran valedor de esta nueva edad de oro de Kiko) pero sí a su viejo compañero de fatigas, Raimundo Amador, a la guitarra, por no hablar del espíritu del viejo Bob Zimmerman, más presente aquí que nunca.
De nuevo Kiko tiene la «mano tonta», por lo que «Esta Muy Bien Eso del Cariño» está lleno hasta los topes de melodías pegajosas y alegres, aunque aquí el tono general no es tan melancólico como en «Échate un Cantecito».
«Lo que me importa eres tú» es una rumbita rock ideal para comenzar un disco, el día o la invasión de un país extranjero. Le sigue “Veneno”, pop-rock de altos vuelos (¿aún se puede decir eso?) en la que Kiko cantando a su apellido artístico demuestra que le puede cantar a todo (más tarde le dedicará unos versos a la cafetera o a la abuela), y hace uno de sus mejores temas. El puente es enorme: “Tú me decías y me jurabas que me esperarías y me quedé toda la noche al relente. Tú le echabas la culpa al reloj pero el reloj era muy buena gente: el reloj es mejor que tú”. Aunque lo que sigue no le anda a la zaga: “Tú me estás queriendo a mí un 15% menos, no me lo niegues. Con el coste de la vida lo nuestro se está quedando en ná”.
Con “Dime a” Dworniak trae de nuevo ese aire caribeño que tanto le gusta poner a según qué rumbas del cantante (que ahora le canta a lo dulce que es el lápiz de labios de ella). La “a” de “Dime a” es de “ámame”, la “b” es de “bésame”. Mucho juego de palabras y “mucho Beti, eh”: Amores y más amores de Kiko.
Tras “Estaba lloviendo” (un medio tiempo rock rico e intenso con reminiscencias beatles explícitas en sus metales) y “Respeto” (que recuerda a “Me siento en la cama” del disco anterior y que da nombre a éste: “Está muy bien eso del cariño, yo me comprometo, pero no me des un dulce como a un niño: estoy hablando de respeto”) Kiko se pone serio. Bueno serio, serio… “Hace calor”, que fue el primer single, es un regalo al oído lleno de verdades: «hace calor en la cafetera, haz el amor (usa precauciones)». De nuevo el buen humor y la melodía se contagian irremediablemente. Así da gusto.
“Viento de poniente”, bonita balada de sabor flamenco, antecede a otro gran triunfo del disco. Kiko siempre ha sentido la sombra de Bob Dylan en la nuca, sobre todo porque nunca ha huido de ella. Pero esta vez se da la vuelta para encararla con una sonrisa y marcarse un bailecito con ella. Hacer una versión de «Stuck inside of mobile with the Memphis blues again» que Dylan grabara en “Blonde on Blonde” (Columbia, 1966), pero lo hace a ritmo de rumba, sin despeinarse. Y lo que es más, saliendo airoso del asunto, cosa que no está al alcance de cualquiera (hay quien gracias a Kiko se olvida de la original, y eso que es una de las mejores canciones de “Blonde on Blonde”). “Memphis Blues” es una lectura genial de una canción genial. Porque, al igual que en la de Dylan, aunque tiene la palabra blues en el título, la voz de Kiko es de todo menos triste. A resaltar también el videoclip que dirigió Santiago Segura en el que tradujo en imágenes el tema (imágenes y música casan a la perfección).
Kiko aprovechó así su segundo estado de gracia con un disco prácticamente perfecto, hermanado con “Échate un Cantecito” en intenciones, saber hacer y, sobre todo, personalidad.