Ornamento y Delito vuelven con un trabajo en el que mantienen su marcada personalidad, el carácter político y los acercamientos a la electrónica y los sintetizadores… “Todo podrido. Todo en venta. Todo lo que tocas. Todo lo vuelves mierda” cantan en «Laissez faire» -sí, como el célebre lema acuñado en el siglo XVII para definir y glorificar el liberalismo económico y el gobierno del capital-.
Lanzan como adelanto «Carnaval armado«. Políticos, los mass media y la policía cargando contra las manifestaciones ciudadanas, contra la «masa criminal«… «Cuerpo indisciplinado sin identificar / crece el motín urbano, masa criminal / lo que pilla lo arrasa, decapita a la élite nacional / Aldeanos derriban helicópteros / las madres de los policías abortan por amor / el bulevar de la hoguera, arde como en San Juan / el pelele que se quema antes / era el partido de la humanidad, de la paz social«.
También se acuerdan del honorable miembro de la vieja clase dominante, de la casta -“Casto y macho a la vez / progreso y tradición… os marcháis dejando bien alto el pabellón” cantan en «El hundimiento«- y del desahogado yuppie de los 80 que aceleró el proceso de degeneración social -“La utopía de la libertad. Sociedad de riesgo y sin sida. Las ciudades eran de cristal y las reglas de adrenalina” cantan en «Los fantasmas del Windsor«-. El gran teatro del mundo.
En «Hidalguía universal» hablan del olvido de la cuestión vasca desde el punto de vista de un emigrante en Madrid. «Siamés» trae una intensa épica oscura y ecos new wave, «Carnaval armado» y «Radio» se localizan directamente en la pista de baile. «Radio» la rescatan de «O+D» (2008). En la letra original el diario publicaba “raza y patria” y el transistor escupía “doctrina y estupor”. Ahora el diario tiene vinculaciones con “J, Luque y Alfaro” y en el transistor… “hoy suena tu canción”. Cierra «A última vista«, luminosidad con ecos de Bowie y mucha nostalgia.
Un buen disco que no alcanza cotas anteriores.