Espera la Pálida

El tercer trabajo de Tulsa inaugura de forma brillante el 2010 musical. Establecidos como banda tanto en el proceso creativo del disco como en la puesta en marcha del mismo, curiosamente se nos presentan en este «Espera la Pálida» (Subterfuge, 2010) más intimistas que nunca. Pero no nos dejemos engañar: el sonido es abrumador de compacto, en el que mucho tiene que ver la excelente producción a cargo de Karlos Osinaga, que consigue que la voz de Miren, liberada de toda superficialidad, luzca más que nunca.

Hay canciones que bien valen una carrera entera. «Matxixaco» es una de ellas. Estremecedora, el cabo no sólo se adentra en el Cantábrico, sino que nos atraviesa para reventar en lo más hondo de nuestro corazón: «Dicen que para los que no han amado es muy tarde ya / ¿Y ahora qué vamos a hacer? / Tápate la espalda mi amor que hace frío». Una vez destrozado el faro, sin guía ni referencia, abocados al naufragio, tan sólo nos queda nadar para no ahogarnos.

Tras este ejercicio práctico de sensibilidad y hondura emocional que sólo puede llegar desde Guipúzcoa, es difícil continuar el disco y no sentirse tentado de oirla una y otra, y otra vez. Pero sería demasiado temerario. Y, sobre todo, estaríamos renunciando a demasiado.

Desnuda Miren, tan sólo arropada por la amargura del café, el humo de un cigarro, y la melancolía descargada por las guitarras, por momentos lo poético de sus letras (sublime la terna «Alguien viene» – «Te ofrecí» – «Araña») nos sobrecoge como lo podrían hacer Cat Power o Nick Cave. En la última de las tres, resulta especialmente cautivadora la colaboración de Anari entrando a cantar en la coda final.

Flores devastadas, venenos, barros y duelos. Un disco melancólico que sabe más a Nick Cave que nunca, no podía cerrar de otro modo que con una arriesgada versión de «Into my arms» (aunque con limitación a 3000 copias), para conformar un disco que es bueno de primeras y aún mejor con cada escucha. La espera, sin duda, ha merecido la pena.