Siempre es difícil no sucumbir al síndrome del siguiente disco cuando se ha conseguido un éxito de gran tamaño. Pero la cantautora va a superar con creces esta dificultad. Un nuevo ramo de canciones sensibles con letras que navegan entre la esperanza y la frustración, todas ellas con letras elegantes y sin caer nunca en tópicos sentimentaloides.
La canción que da título al álbum es una balada con la que Mari Trini nos golpea para no rendirnos y luchar en la vida y por la vida, algo que ella tenía asumido desde niña. Una buena canción que pronto se vería oscurecida por “Yo no soy esa”, la canción más famosa y seguramente la mejor de toda su trayectoria. Una delicia femenina y feminista, acusada en su momento de ambigüedad con una letra que se te mete debajo de la piel.
Pero “Escúchame” (Hispavox, 1971) es mucho más y hay que hacer referencia a las canciones prestadas por otros autores. “Milord”, que Georges Moustaki compuso para Edith Piaff y que nuestra cantante interpreta en francés de forma magistral, marcando perfectamente las dos atmósferas: retenida en la estrofa y desbordante de fuerza en el estribillo. “Me marcharé”, versión del «Je partirai» de Becaud. No todos los préstamos son franceses. También México deja dos temas: “Que seas feliz” un bolerazo con todas la de la ley que dos décadas antes había compuesto Consuelo Velázquez, y “Ayer”, un lamento que José Alfredo Jiménez enviaba desde el pasado.
Entre las composiciones propias brilla con luz propia “Yo confieso”, otro tema lento e intimista en que Mari Trini se desnuda y entrega al oyente. Letra atormentada en la que la cantante-poetisa parece querer ajustarse las cuentas a sí misma. En la misma línea se mueve “Seré silenciosa”, con un acompañamiento orquestal lejano e inquietante. Y hablando de acompañamientos orquestales, decir que la mayor parte de los temas estuvieron arreglados y dirigidos por Waldo de los Ríos, pero justamente “Yo no soy esa” estuvo encomendada al organista Miguel Ramos, que lo hizo realmente muy bien.
No tiene la rotundidad de “Amores” (Hispavox, 1970) e incluso peca de repetitivo; sin embargo es un muy buen LP, que se vendió muy bien en ese formato y del que se extrajeron dos sencillos que alcanzaron ambos el nº 1 de ventas en el momento cumbre de una Mari Trini triunfadora. Al igual que en su anterior disco la contraportada contenía las letras de todas las canciones, y es que Mari Trini era ante todo un libro de poesía, al menos en aquellos primeros años de carrera musical.