Hermanados por una misma tendencia a practicar el punk-hardcore más crudo y experimental fuera de cualquier foco, los vascos Ruido de Rabia y los burgaleses Último Gobierno aceptaron de buen grado la sugerencia de Alberto, responsable del fanzine madrileño Penetración, de editar un disco compartido. Entre las bandas existía relación, habiéndose visitado para tocar tanto en Burgos como en Tolosa. De hecho para Último Gobierno supuso una de las pocas salidas para tocar fuera de la capital castellana.
Grabado en los estudios Musikarte de San Sebastián, se contó luego con la ayuda de un conocido en un estudio de la CBS en Madrid, que trabajó en sus ratos libres para hacer posible la que probablemente sea el primer disco de punk autoproducido.
Ruido de Rabia inicia con este disco su trayectoria tras su reconversión desde Tortura Sistemátika. Si ya entonces impusieron una muy personal manera de entender el hardcore primigenio, independientemente, no ya del gran público sino de la misma corriente que imponía en el punk el denominado rock radikal vasco y del que, por supuesto, vivieron al margen, en el nuevo proyecto no tienen problema alguno en profundizar aún más en el radicalismo experimental de su propuesta.
Canciones que intercalan acelerones vertiginosas en los que las letras se lanzan casi ininteligibles, con parones imprevistos acompañados de gritos desgarrados de Shanti, su cantante. Otras, como «Nuevos edificios que se derrumban«, se cantan como oraciones contra la distopía que vive la Humanidad. Junto a momentos como los de «Estacas educativas en mentes limpias» los acerca a las maneras de los Crass. «No cojais palos!!» cerrando el disco bien parece, por su parte, extraído de un drama teatralizado.
No se desaprovecha nada para transmitir un mensaje que poco tiene con el simple exabrupto irracional y animal. Desde las referencias mitológicas griegas del título del disco a los textos incluidos en la hoja interior acerca del papel desempeñado por el ruido como canalizador de la confusión personal que lleva a la búsqueda de la «individualidad perdida», se evidencia que la música y el punk sobrepasan para los vascos las fronteras de mera expresión artística.
«Eros versus Thanatos» viene a ser una obra conceptual, un manual de autoyuda para el individuo que no escatima crudeza y derrotismo cuando convenga, como por ejemplo a la hora de describir en «Alimento para las flores«, en la que se describe el final de unos niños jugando ante un ataque aéreo: «Mira el fuego que cae del cielo, abrasa y desgarra / niños y madres, sueños y esperanzas. Ilusiones y sentimientos son ahora alimento de las flores negras de la locura del hombre«.
La cara de Último Gobierno es un complemento ideal a la propuesta de los vascos. Tiene su sonido crudo algo de maquetero, de primerísima grabación de unos temas ejecutados a gran velocidad y en los que su cantante, Tomás, más arropado en los coros que en futuros discos, escupe letras dedicadas a las guerras, a políticas internacionales movidas por el engaño, la corrupción y la opresión a otras razas. Infancias sin juego, sólo destinadas al sufrimiento y la muerte, animales explotados y el individuo víctima de la Química desalmada y las cadenas que imponen los gobierno.
Canciones de denuncia para hacer reaccionar al individuo, música puesta al servicio de la crítica, con letras a las que en ocasiones les basta con cuatro frases repetidas como eslóganes.
Nihilismo concienciado en la línea de IV Reich y propuestas igualmente ruidosas e implacables que colocaban definitivamente a Último Gobierno en el atlas del punk ibérico. Disco de escucha obligada para el amante de los 80 más radicales.