Aunque predominan las propias composiciones, Ana se abre a otros autores contemporáneos para hacer que en las mejores pistas brillen las palabras de otros compañeros de generación. Así, el poeta y ocasional cantante Jesús Munárriz firma «Los cuernos«, basado en un poema de Pedro Salinas. Francisco Martínez Pastor es el autor de «No plorem per la mort» o el más remoto Tom Lherer hace lo propio con «Canción final«, traída al castellano por la inclasificable actriz y cantante argentina, Nacha Guevara.
Con el dictador recientemente enterrado, Ana María Drack saca su tercer LP, encabezado por «Enhorabuena«, uno de los mejores temas brotados de la fuente ilicitana de la Drack. Una sinceridad apabullante y una música de lo más francesa para un excelente tema con arreglos musicales muy elaborados y con ese tránsito de la nostalgia a la ironía tan propio de ella. Claro que para ironía están «Los cuernos» a ritmo de vals y estribillo esdrújulo. Una clasificación biológica digna de la mejor publicación de Historia Natural acerca de las diferentes morfologías de las cornamentas. Un delicioso juguete, en cualquier caso
Tampoco anda escasa de ironía «Canción final«, otro delicioso juguete originalmente compuesta para Nacha Guevara, que Ana María Drack hace suya sin perder los originales aires de cabaret.
Pero no faltan los alegatos reivindicativos, como el tremendo y tristísimo «No plorem per la mort» con la que la cantante se mira en su espejo geográfico para interpretarla en valenciano. Una balada, casi una plegaria, que por momentos la cantante vira hacia el jazz para regresar de nuevo a un canto lleno de entrañas sangrantes heridas por puñales invisibles.
Un disco agridulce con temas luctuosos y cachondos desenfrenos, pero que no pierde esa variedad estilística propia de esta artista y ese inconfundible aire femenino en todas y cada una de sus piezas.