Estamos ante un trabajo casi heroico y que pone en evidencia cómo la amistad puede vencer obstáculos aparentemente insalvables. Una Encarnita Polo semiretirada, olvidada por el público se va a meter doce años después de nuevo en un estudio de grabación. No es uno de esos estudios con muchas pistas, técnicos, orquesta y coros; sino en uno bien modesto perteneciente a un sello independiente y con profusión de pistas de teclados en el acompañamiento simulando los elaborados acompañamientos de viento y cuerdas que requerían las canciones. Mario del Castillo fue el productor y Record 83, acostumbrada a grabar a gente como Ñu, Bella Bestia o Herminio Molero, la encargada de sacar adelante el proyecto en el extraño formato de mini-LP. Decía lo de la amistad porque sus compañeros de siempre no habían olvidado a Encarnita Polo y componen a propósito para este trabajo cinco canciones firmadas por tres cantautores y compositores de gran prestigio: Alberto Bourbon, Luis Aguilé y la también retirada mucho tiempo atrás, María Ostiz, que va a desempolvar su guitarra para firmar dos buenas baladas. Todos ellos saben que difícilmente un disco hecho y distribuido desde un modesto sello independiente va a reportarles beneficios y, a pesar de ello, ponen a disposición de Encarnita temas más que aceptables.
Todo el disco tiene mucho de autobiográfico, en especial el tema que lo comienza:”Que tiene que haber de todo” un excelente tema de Alberto Bourbon hecho a medida para la cantante, que dice la letra con sentimiento y profesionalidad, consiguiendo una de sus mejores canciones.
“Llorarás” es el tema de Luis Aguilé, que a pesar de su título desborda ritmo con un bajo casi funky y efectos de teclados y sintetizadores. Se trata del tema más bailable y discotequero del disco y, aunque con melodía y arreglos manidos, se deja escuchar muchos años después.
La cantautora navarra prematuramente retirada firma dos baladas muy serias; serias en su fondo y en su forma. “Y soy feliz” va como anillo al dedo a la interpretación de una Encarnita entrada en años y experiencias. Una de esas canciones pensadas para una gran dama de la canción y que unos arreglos algo flojetes y parcos en medios técnicos malogran un tanto. “Marioneta de sombras” es la canción más intimista y triste del disco, en la que la cantante casi susurra una letra cargada de tristes recuerdos.
La última es la única canción no escrita ex profeso para este trabajo, que significaba para la cantante a la vez un regreso y un adiós. En ésta, una Encarnita Polo llena de ironía hace una muy buena lectura del “Chiquillo” uno de los más famosos temas de Sara Montiel.