Este es el disco por el que se recordará a Laredo y esto es bastante injusto, pues podría parecer que el trío (antes cuarteto) es un mero vehículo de la más oportunista pachanga verbenera.
Los antecedentes hay que buscarlos en el «Rockollection«con el que Laurent Voulzy, guitarra en ristre, puso a bailar a media Europa a base de cachitos de famosas canciones de los 60. Otro antecedente es la creciente ascensión del revival que tuvo lugar en la segunda mitad de los 70 y el detonante la realización de una película de bajo presupuesto y temática retroadolescente cargada de tópicos sobre los años 50 y 60 españoles. Con todo eso, Laredo y su productor Óscar Gómez pergeñan un motivo musical que va enlazando motivos musicales de Los Brincos (“Mejor”), Los Pekenikes (“Hilo de seda”), Canarios (“Get on your knees”), Juan y Junior (“La caza”) y algún otro.
Esta idea no deja de ser aquello de “con ayuda del vecino mató mi padre un gorrino”, pero obtuvo un éxito morrocotudo en una España en plena Transición que miraba compasiva al pasado. La edición del disco en diciembre de 1977 se adelanta en cuatro meses al estreno de la película y acaba por oscurecerla. Para marzo ya es número 1 y uno de los temas emblemáticos de la década de los 70, aunque sea a base de copiar los 60.
La cara B es una pachanguita digna de Los Payos que completa el ambiente festivo del sencillo. A partir de este momento la popularidad de Laredo subirá como la espuma y 1978 será su gran año con infinidad de galas.