«El Pueblo Guapeao» (Twins, 1989) es un patito feo por derecho propio. Tenemos, por un lado a Raimundo Amador que venía de grabar (y romper) con su hermano Rafael el imprescindible «Blues de la Frontera» (Nuevos Medios, 1988) de Pata Negra y, por el otro, a Kiko Veneno, que estaba a cuatro años de acabar con su mala racha ochentera y entregar su no menos imprescindible «Échate un Cantecito» (RCA-BMG, 1992). Para colmo, quizá porque los padres de la criatura iban a ser Kiko y Raimundo, «El Pueblo Guapeao» se hizo bajo el nombre de Veneno, lo cual, como ocurrió con «Si tú, si yo» (Epic, 1984) iba en contra del producto y lo dejaba en una triste tierra de nadie.
Porque aunque aquí sí estaba El Tacita a la batería, que también fue protagonista de aquel «Veneno» (CBS, 1977) que tanto nos gusta a todos, a la ecuación le faltaba Rafael Amador (él y Raimundo habían partido definitivamente las peras) y, cómo no, Ricardo Pachón o, en su defecto, un productor que estuviese a la altura de lo que él hizo en 1977 (que vamos, ni Phil Spector, oiga).
Y es precisamente la producción el mayor handicap del LP. No sólo porque no hay ni rastro del juego de guitarras que se traían entre manos los Amador (obviamente), sino porque apenas hay sabor a «Veneno». Lo rozan con la punta de los dedos en algunos temas como la muy punki «A la Habana yo me fui» o «Estarás copada» , otroejemplo de rock ligeramente aflamencado marca de la casa. Pero nunca se llega a rematar la jugada. El Tacita está desaprovechado y la mezcla deja mucho que desear (por no decir que es chapucera: el loop final de «El pueblo guapeao» está mal cortado y peor pegado).
Aunque, claro, hay que recordar que el compositor principal sigue siendo Kiko Veneno. Lo que ocurre es que uno no sabe hasta qué punto desmerece la producción las canciones que Kiko canta. Pese a todo, la hermosa «Palabras para Julia», «Buscando la vida» y hasta la simpática traca final («El atraco» la más «venenosa» de todo el disco, si no la única) tienen más de un pase, pero este disco nunca tendría que haber llevado la palabra «Veneno» en su (horrible) portada.