El Patriarca de la Rumba

El Patriarca de la Rumba

Los recopilatorios del Pescaílla son ampliamente disfrutables, lo único que se les puede achacar es la coincidencia en la selección de material a pesar de vertebrarse en compañías distintas y un tratamiento muy escueto del folleto informativo, pero no importa, está aquí y es El Pescaílla, y lo digo a sabiendas de que encontrar esto no es mucho, lo es todo.

De esta primer compacto analizaremos primero «Alguién cantó», una de las rumbas más caracterísiticas de su creador, solemne y aguantando la rabia con una letra maravillosa, con esa «y en la oscuridad…». El Pescaílla se rebela, guitarrita flamenco para despues de desembocar en un océano de charanga y palpitaciones, quizá una de las interpretaciones vocales más sobresalientes del de Gracia y una de esas canciones que te parece haber oído toda la vida y que proyectabas con esta tormenta (hay testimonio gráfico en Youtube que no tiene desperdicio).

«Chica de Ipanema», la cachonda versión del Pescaílla, incluye idioma inventado y una ternura vocal que recuerda inevitablemente la versión del tío Frank de esta joya de Jobim. La convicción de Antonio es tal que alguno se creerá que está cantando en inglé, ese guachi guachi es sin duda una de las anécdotas que más difundida ha sido y nos informa de sus coqueteos con la samba brasileira y su gusto por la interpretación de Sinatra. De hecho aquí parece un alumno más formado y aplicado y no ese torbellino al que nos tiene acostumbrados.

Sin dejar su admiración por La Voz, otra de las versiones que bordó es la super guay «Extraños en la noche», que para que voy a mentir, me gusta más vista así, con esa varita de gipsy rumba loca y esas notas de guitarra tan bien paridas. El acompañamiento está muy bien cocido, la adpatación saca alguna sonrisa sobretodo con ese «su dicha es el gastar», que da que pensar. Como digo, muy disfrutable, muy bien parida y que en nada echa en falta el original todo, sino al contrario la enriquece.

«Se te olvida» es otro ejercicio de buen gusto y mesura, con buenos fraseos de guitarra y teclados oportunos, no presenta un avance ni un retroceso, echa de menos mayor implicación pero por otra parte se agradece la presencia del teclado y el color que le da.

La primera vez que oí «Tiritando» se me puso la carne de gallina: aquí El Pescaílla se lanza sin caña ni hilo a la samba caliente de madera quemada que diría Vinicius, y lo venía a decir porque uno llega a dudar si se trata del padre o del hijo o quizá sea ese modo vocal un tanto vacilón que en seguida me retrotaían a los primeros discos de Antonio Flores. Una de esas canciones mágicas de su legado y que vuelve a darle la vuelta a los tópicos que pudiésemos haber construido rápidamente. Úsese para bailar bien pegados, se siente la sal y la brisa, el coral y las conchas.

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