Este disco gira alrededor de “Secretaria”, que en el momento de su publicación ostenta el liderato en la venta y popularidad de singles. Y ese es el problema, pues la canción eje no da para mucho. También se nota en él los vientos de cambio político que soplaban en nuestro país en aquel 1976. Alguna canción con temática social y una puesta en solfa de uno de las más famosos poemas de Miguel Hernández: “El niño yuntero”. Con todo, se nota que el grupo de las Uranga pierde fuelle en su séptima entrega y toma un rumbo con tendencia a la ñoñería.
Amaya canta con su voz de soprano siempre bien afinada la canción que presta título a todo el álbum, una balada sosa y previsible con mucho violín y coro más en segundo plano que en otras ocasiones. Más interesante resulta “Para ti, pequeñas cosas” una canción de amor con un aura campestre en la línea de María Ostiz. No es la única cortada con las mismas tijeras. “Que te me vas”, por ejemplo, se mueve también en la lenta tesitura habitual en el grupo, aunque en este caso unos arreglos imaginativos salvan bien el asunto. La rareza puede venir de la mano de “Lluvia” , una pieza descriptiva que resulta por momentos inquietante con sus voces susurradas y su acompañamiento velado.
Seguramente el título más movido, alegre y que mejor ha envejecido de los contenidos en este disco es el que lo cierra: “La gaviota”, una pieza alegre y muy comercial con el que Mocedades demuestra que también se mueven con soltura en los temas movidos.
Además de las dos pistas, seguramente las dos mejores de todo el LP, puedes escuchar también el leit motiv del asunto; es decir aquella “Secretaria” en el sencillo correspondiente, publicado el año anterior.
Finalmente apuntar que desaparece de la portada del disco el logotipo de Novola, sello ya fenecido en aquel momento, para figurar únicamente el emblema de la casa madre, Zafiro.