Con Los Estudiantes, Fernando Arbex, empezó a probar el rock’n’roll casi primitivo. En su paso por Los Brincos cató del pop de aroma beat y empezó a experimentar con la música progresiva. En los fugaces Alacrán con el funky y el rock latino; con los que triunfaría más tarde en Barrabás, e incluso llevó a Sergio y Estíbaliz a los sonidos disco. Este breve inicio sirva para explicar el eclecticismo de Fernando Arbex que no se estancó en un sonido sino que trató de probar suerte en diferentes campos.
En uno de estos períodos, pasó por lo que el mismo llamó, una etapa sinfónica. Del cual nace el único disco editado en España de Fernando. «El Caballero del Arco Iris» (CBS, 1981) es una suite para ballet grabada con la Orquesta Filarmónica de Londres basado en textos de la poeta madrileña Gloria Fuertes. Pero quien se espere sólo música clásica se llevará una gran decepción. Como en casi todas sus etapas Fernando trató de unir estilos, en este caso intentando unir su lado pop con el mundo de lo sinfónico.
Lo ideal hubiera sido verla en escena representada porque para eso fue diseñada, pero aunque el coreógrafo Víctor Ullate se interesó por ella al final no se llevó a cabo. Lo que está claro es que el nexo de unión es el amor, las relaciones afectivas. La introducción funciona a modo de prólogo, y en ella nos cuenta el nacimiento del caballero, un nacimiento que transcurre a ritmo kraut, para luego pasar a los movimientos propios de la suite. Cada movimiento está relacionado con un color. Y éste a su vez con un sentimiento. El primer movimiento se corresponde con el amarillo pálido, con el afecto. Transcurre calmo y sólo la melodía de un sintetizador interrumpe este sosiego.
El segundo es la curiosidad relacionada con el color naranja. Suena juguetona y vitalista, y uno se imagina a los bailarines en actitud exploratoria. A partir de este momento transcurre la parte más sinfónica. En el tercer movimiento empieza a crecer la verde envidia. Fernando la relaciona con un minueto, una elección bastante discutible porque esta antigua danza barroca tal como suena aquí nadie la relacionaría con la envidia. El cuarto movimiento es el amor, el color azul. Se inicia con un estudio de guitarra para luego dar paso a un vals que va in crescendo hasta dar con el quinto movimiento, relacionado con el rojo, con la angustia y el desamor.
Con el quinto movimiento se acaba los sonidos más clásicos para dar paso a los sintetizadores de nuevo. Ritmos progresivos gruesos se combinan con cuerdas para intentar introducirnos en una situación angustiosa. En el penúltimo corte se desarrolla la violencia y la destrucción, aquí relacionado con el color negro. Ritmos marciales, casi de guerra, para acabar en el fin total a ritmo de metales. El final es blanco, la luz total. El nacimiento de un nuevo día. De nuevo con ritmo militar retoma la introducción musical para luego con el sonido de unas campanas finalizar el álbum de un modo un poco épico.