Primer ensayo del grupo en los estudios Shot! de Inaki Bengoa en Mondragón, que además se hace cargo de la batería. Sustituye pues para la ocasión al batería Vicente Mijangos.
La grabación se realizó en julio de 1994, y una vez terminada, la edición se encargó al sello Alehop!, la compañía que acababan de poner en marcha desde Villaviciosa de Odón Murky Lopez y Eva García. De hecho es su segunda referencia de catálogo; la primera había sido un sencillo de Electric Garden, grupo en el que militó el propio Murky.
Es un disco de lo más interesante. Presentado con el cuidado gráfico de siempre, la portada, diseñada por José G. Izkue, el cantante, es una plancha de la marca Edermann, que en versión reducida repetida varias veces, aparece también por las galletas de las dos caras del vinilo.
En la contraportada aparecen, amén del nombre de las dos canciones, un dibujo con dos siameses unidos por la cabeza. Y no es que el disco vaya a ser homenaje alguno al tema «Unidos» de Parálisis Permanente. Es a Décima Víctima a la que se hace una suerte de reconocimiento, ya que la segunda cara es para una versión con mayúsculas de «El signo de la cruz«. El Desvän del Macho consigue en este corte reproducir la intensidad del que quizás sea una de las composiciones más logradas del mítico grupo, sin que por ello, pierda la oportunidad de desarrollar momentos como los registrados en «Hermana Violencia» (Nuevos Medios, 1992) cuando se le presenta la ocasión. Muy buena canción.
Pero la cara A no desmerece para nada. Presenta a la banda en una nueva faceta. Ejemplo de la conexión con el técnico y productor Iñaki Bengoa, que aquí, además de las percusiones, controla con José ritmos y el arreglo de samplers y mezclas, es una canción más cercanas quizás a la producción que los dos artistas hicieran de la obra poética de Panero con su proyecto alternativo El Leprosario. El Desvän del Macho se abre a más posibilidades tecnológicas.
Sencillo de lo más recomendables, claro que sí, es una joyita.