Recuerdo haber comprado este doble CD con precaución porque convencido como quedé de la necesidad de escuchar todo lo que hubieran producido Los Iniciados tras “La Marca de Anubis” (DRO, 1982), el haberme dado de bruces con “Todo Ubú” (DRO, 1983), me previno de que el carácter multidisciplinar y experimental de la banda podía deparar más sorpresas en direcciones demasiado vanguardistas. Y, sin embargo, se trata poco más o menos de una obra fundamental para el seguidor hambriento. Esquivando precisamente la banda sonora para la obra de teatro que tanto me había desconcertado, recuperaba no sólo el LP sino el EP de debut “El Cantor de Jazz” (DRO, 1982), un incunable difícil de encontrar en los estantes de las tiendas de discos. Su valor de recuperación es incluso mayor al poner a disposición del oyente la producción de la banda desde el 1993, que de no haber sido por la insistencia de Lollipop se hubieran quedado casi seguro en el baúl de los recuerdos.
Eso explica la separación del trabajo en un doble CD. El primero, el que titulan “El Presente”, incluye lo grabado desde 1993 a 1999 en los estudios Reactor con Moncho Campa de ingeniero de sonido, mientras que en el segundo, precedido por el vídeo que elaboraron en el Templo de Debod de Madrid para “La marca de Anubis”, van el EP y LP arriba mencionados editados por DRO en 1982.
En una subdivisión más, el primer CD tiene una primera parte con canciones que giran en torno a brujos, hechicero, comunión con el bosque, la luna, las fuerzas de la naturaleza… De este núcleo que parece dar título a todo el disco, está bien prácticamente todo. Contiene los temas más potentes “Druidas químicos“, “Conjuro de niebla” y “Nicomedes salva el día“, junto al hormigueante instrumental “Viaje astral“. La segunda parte la componen precisamente canciones sin letra, que tan pronto suenan a composiciones inspiradas en jardínes japoneses, como pequeñas y delicadas miniaturas, o en grandes extensiones africanas. El recitado de “La casa antigua” vuelve a sugerir música como marco de narraciones o cuentos. Destaca a mi juicio “Nautilus“, invitación a subir al submarino de Verne. Tanto en la letra como en la música, se ajusta como un guante al perfil esotérico de la banda.
El segundo CD, el dedicado a “El Ayer” también tiene subdividida la parte dedicada a “La Marca de Anubis”, que como el LP tenía ese nombre sólo para la primera cara; La segunda era para “La Penumbra”.
Es cierto que por lo general los grupos tienen que desarrollar una especie de protección extra para el mitómano o nostálgico que se les acerca, intentando resucitar proyectos, recuperar sensaciones y canciones que las mismas bandas han dejado hace tiempo atrás enterradas, con ganas de pasar página y seguir con ideas nuevas. Otras veces en cambio hay que agradecer la perseverancia de algunos que consiguen que la desidia o simple falta de tiempo dejen condenados al olvido a verdaderas preciosidades. Sin duda, es éste el caso.