Cuarto álbum de la banda extremeña y segundo con DRO, nos encontramos ante probablemente el álbum más visceral del grupo, que refleja perfectamente los momentos por los que atraviesa la formación. Pero pongámonos en situación, Robe sigue pasando un momento difícil, recién separado se traslada a vivir a Madrid de forma definitiva, dejando en Cáceres a sus hijos y la banda con la que siempre había contado se desanima y abandona la formación. Robe recluta nuevos músicos de un proyecto paralelo suyo llamado Q3, que no era más que una banda para tocar y divertirse sin fines serios y se convierte de forma definitiva en el motor del grupo.
Los conciertos de la banda por entonces son un completo desastre: borrachos y drogados (más de la cuenta al menos) los músicos no atinan bien con las notas y van descoordinados, además Robe no suele recordar las letras de las canciones, cantándolas Ramón Sogas (el bajista) o incluso algún espontáneo del público que se atreviera a saltar. Entre caos y caos el grupo graba este disco, mucho más melódico que otros trabajos anteriores.
El disco empieza con "El duende del parque", en la que Robe nos cuenta sus sensaciones de ser una especie de vagabundo: "Pasan las cosas al compás del tiempo / Y yo no me entretengo ni en mirar pa’ qué / Cojo mi ropa ¿dónde vas? ¿no ves? / Que está cambiando a otro lugar ¿y qué?".
En el segundo corte "No me calientes que me hundo", Robe nos cuenta la situación personal que está pasando, colabora Selu de Reincidentes al saxo, es un tema muy tranquilo donde se doblan el saxo y la guitarra en la intro, dándole fuerza. "Ella era una flor del mar, yo un delfín tras un velero / De esta noche no paso se ha hundido otro petrolero / Otra mirada perdida, un grito de desconsuelo / Qué puedo hacer si mis pies ya se están hundiendo en el cieno."
Sigue el disco con "Sin Dios ni amo", en una línea extraña, temáticamente es parecida pero con la variante del descontrol, musicalmente es una extraña mezcla entre rock sucio y funk poco logrado donde Robe parece rapear en algunas líneas. Tema extraño para una etapa extraña.
"Pepe Botika ¿Dónde están mis amigos?", ya es una declaración de intenciones por hacer un rock más elaborado, más melódico como dije antes; las estrofas casi desgranadas por capítulos van unidas con una melodía a guitarra, trata de la corrupción del sistema judicial a través del personaje de Pepe Botika, si Bowie creó a un alien llamado Ziggy Stardust, Robe crea a un traficante de Plasencia. O tal vez más que una creación sea una recreación de momentos vividos en su Cáceres natal.
Contrarrestando un poco todo su mensaje negativo, vagabundo y desolado; sorprende Robe con una amable y colorida "Estoy muy bien", que musicalmente raya a un nivel más que aceptable con trenzados de guitarras sugerentes y con poca distorsión que hacen que la canción suene clara y diáfana. Justo después vuelve Robe a sincerarse con "Bri bri bli bli (en el más sucio rincón de mi negro corazón)", en la que vuelve a reinar el desamor más puro y donde claramente cuenta que es una canción de verdad, sacada de sí mismo, quizá de ese rincón oscuro de su corazón: "Me coge de la mano, yo me sueño con tu pelo / Para estar tan colgado hace falta echarle huevos / Os regalo mis canciones y me apuntan con el dedo / Mira por donde va el Robe para mí que ya está pedo." Selu vuelve a colaborar al saxo.
Mucho más rabiosa y desbordante es la poco convencional "Malos pensamientos", donde Robe se sirve de poemas del valenciano Sor Kampana para contar sus dilemas: "Mi cerebro es asfalto / Mi rostro cemento / Suda mi piel y lubrifica / Mis malos pensamientos." Robe mezcla apuntes flamencos con los martilleos de una guitarra que desvaría como un demente y un saxo que parece querer insultarnos, por supuesto a cargo de Selu.
Algo más convencional es la brillante "Posado en un nenúfar" con su riff cíclico, acelerado y obsesivo, pasando del lamento a la queja y luego a una guitarra de nuevo furiosa entre acordes sucios, para terminar vuelta al riff brillante que anuda la pieza de cabo a rabo.
En "Islero, Shirlero o Ladrón" Robe aborda de nuevo el ser diferente, con los matices de la marginación, de la inmigración y los convictos, Robe canta como un perro y hace referencia a Islero (el toro que mató a Manolete).
Sigue Robe con su autobiografía en "Historias prohibidas (nos tiramos a joder)" donde nos cuenta los golpes que se ha tenido que llevar y lo duro que le ha resultado mantener a flote el proyecto de dedicarse a la música. "Esta historia que va nunca nadie se atrevió a contar / Me acuerdo muy bien sucedió hace mucho tiempo atrás / No había de comer y me faltaba tiempo para pensar (…) / A mi padre robé muchos años de tranquilidad / A mi madre dejé mil secretos aún sin confesar / La calma perdí, y en un mal sueño a mi enemigo encontré."
Cierra el disco con la burrada de "Los tengo todos", típica canción para hacer el cafre con los amigotes, con un ritmo rápido y desenfadado: "Ya te habrás dado cuenta / No estoy domesticado / Me follo hasta a las cabras / Me cago en los sembrados".
En conclusión, nos encontramos ante el disco más descarnado, agrio y desesperado de Extremoduro, pero a la vez es uno de los más brillantes, desde la burrada hasta la poesía, musicalmente muy elaborado, con hermosos riffs, melodías y cambios brutales de ritmo, sin embargo lo mejor estaba por llegar…