Es indudable que asistimos a la era de los 7". Y Jabalina, uno de los sellos con más tradición en nuestra escena, no podía quedar al margen. Entre las elecciones del sello para poner en marcha su club del single -Jabalina Love Songs-, nos encontramos con nombres tan sugerentes como Apenino, Ama, Souvenir o Klaus & Kinski, banda estrella del sello. Y por supuesto, Wild Honey, que se encarga de este volúmen II.
Guillermo enfoca su discurso de siete pulgadas anaranjado de una manera algo diferente a lo habitual, cuando quizás lo fácil hubiera sido repetir la fórmula de "Epic Handshakes and a Bear Hug" (Lazy, 2009), que funcionaba y muy bien. Como él mismo indica, "lo único que tenía claro es que me apetecía hacer canciones con más ritmo", con el punto de mira en el directo. Para ello, y para mayor disfrute en los conciertos, adquiere un sampler con el que soltar ritmos.
El resultado, brillante. Sí que es cierto que ya en su largo había canciones con bastante ritmo, como "To steal a piece of art", pero no había algo ni por asomo parecido a "Field of little heads", ni siquiera como "Diamond mountain". Piezas actuales, con esa suavidad inconfundible marca de la casa, pero que ni mucho menos desencajarían como cierre de un bar de moda. No vamos a romper la pista con ellas, pero igual si que nos vamos a tomar un último trago, en lo que supone una reinvención inesperada y valiente.
Cierra "Ginger", quizás más en la línea de su anterior trabajo, acuosa, onírica, evocadora, con el mismo aroma de canciones como "The big parade".