"Devocionario" (Nuevos Medios, 1985) es una huída hacia adelante del grupo, consciente más que nadie de cómo los argumentos se estaban acabando. Y, como muchas veces ocurre en estos casos, la huída hacia adelante consiste en revestirse bajo un halo de profundidad, casi siempre mal interpretado, como queriendo demostrar lo mucho que la banda ha madurado.
Aparte de lo ya mencionado, otro de los defectos de "Devocionario" es ese sabor musical de hastío que desprende la obra. Como si el ente musical estuviera ya de vuelta de todo. Como, precisamente, "La Exposición Internacional de los 80" (Nuevos Medios, 1986) de Pop Decó, tan sólo un año después. Y ello es un claro debe a Teo Cardalda, no tan afortunado esta vez en la labor compositiva.
Pero Coppini tampoco le va a la zaga. No por emplear palabras de domingo y frases sofisticadas se logra un discurso más interesante: las letras pierden gran parte del ingenio que poseían en el ya a años luz disco de debut. Años luz, por supuesto, de sensaciones. Poco o nada queda ya de cualquiera de las características señaladas en las anteriores entregas.
Realmente es difícil señalar aspectos positivos del disco. Bajo el que suscribe estas líneas, tan sólo "Travesuras de Till" tiene un pase. Dulce, sin rechinar esta vez las engalanadas letras, un poco con ese recitar elegante de Serrat. Incluso la voz de Germán se torna moderadamente melosa.
El disco comienza con un "Prólogo" falso. Todos sabemos que es realmente un (mal) epílogo.