Ya “Cronolánea” (Universal, 2008) apuntaba la evolución sonora de Lori Meyers, pero este se mantenía dentro de unas coordenadas que podríamos definir como esperadas y hasta seguras. Sin embargo, “Cuando el Destino Nos Alcance” (Universal, 2010) descolocó bastante a muchos de los seguidores de la banda granadina. No era evolución sino transformación lo que aquí había, y además iba más allá del sonido, tocando también a las letras y, en cierto sentido, hasta al estilo de su cantante. El responsable de todo esto, además del propio deseo de la banda, fue el productor del álbum, Sebastian Krys, cuyo nombre está vinculado a la poderosa industria musical de Miami y que ha trabajado junto a Thalía, Shakira, Gloria Estefan y otros tantos, lo que le ha granjeado diversos reconocimientos, entre ellos varios premios Grammy. Con todo, esto hizo sospechar a más de uno que, prejuzgando el álbum y obviando otros aspectos curriculares de Krys, machacó a “Cuando el Destino Nos Alcance” como la deriva comercial y facilona de la banda.
Lo primero que cabe mencionar es lo obvio, lo más evidente: la apertura de Lori Meyers al uso de la música electrónica en la composición y arreglos de diversas canciones, en un primerísimo plano en canciones como “Religión” o la elegida como promocional, “Mi realidad”. El retorcimiento del sonido marca de la casa se aprehende también en “¿A-Ha han vuelto?” o “Rumba en atmósfera cero”, en las que adivinamos el peculiar estilo del conjunto filtrado por el tamiz sonoro del nuevo rumbo. Y es en estas donde descubrimos que todo el envoltorio que recubre las canciones es solo eso; la esencia sigue siendo la misma, pero es que además queda más plana, pues el empecinamiento en pulir la superficie ha descuidado el fondo, que es precisamente donde se debería haber incidido si se quería ir más allá. Ahí es donde pasamos a las letras, bastante más vagas que en ediciones anteriores a pesar de que pretendían ser menos directas, más profundas; nótese en “Ventura” -de las pocas que no se encaminan por el tecnopop, en un grupo en la que destaca la final “Enhorabuena, eres el que tiene más”-, “Explícame” o la mencionada “Rumba en atmósfera cero”. En definitiva, nos envuelve una sensación extraña en la que todo es conocido pero a través de una atmósfera distinta; todo es distinto pero nada ha cambiado. Una sensación incómoda.
En conjunto, no cabe duda, “Cuando el Destino Nos Alcance” es coherente y, ante todo, valiente, al querer descolgarse del trillado camino que Lori Meyers venía andando. Pero, a pesar de lo emocionante que pueda ser adentrarse en trayectos pocos transitados, su gravilla puede ser resbaladiza; su visibilidad, escasa, y su empinamiento, pronunciado. Con todo ello, las posibilidades de tropezar son elevadas. Por ese sendero Lori Meyers se han dado un tortazo de campeonato, pero ellos mismos lo reconocen: era el momento de arriesgar.