Crisis En Autonomías Infinitas

Crisis En Autonomías Infinitas

El regreso de ¡Qué Mutantes! para participar en el 25 Aniversario de la sala Siroco en noviembre de 2014 no quedó simplemente en los dos conciertos que dieron para la ocasión. Resucitado el supergrupo había que dejar constancia con alguna grabación. Y así el 2 de enero de 2015 se juntaron en el Studio B de Bernardo Calvo para ponerse manos a la obra. Fue una jornada intensa, llena de incertidumbre en vista de lo poco que les cundió al principio (sólo dos canciones después de comer de las once que tenían que dejar terminadas), pero que terminó con éxito. De las mezclas se encargarían luego Luis (L-Kan) y Mario Gil (El Aviador Dro y Sus Obreros Especializados, La Mode).

Especialmente puntillosos en dar una imagen de unidad, se muestran recelosos a la hora de aclarar el origen de las canciones del disco: A pesar de que algunas ya estaban compuestas por alguno de los tres grupos de antes del proyecto mutante, quieren que todo quede firmado en este «Crisis En Autonomías Infinitas» (Autoproducido, 2015) por el supergrupo. Tanta preocupación vale para que el disco suene, a diferencia de la entrega anterior –«¡Qué Mutada!» (PIAS, 2002)– dando la sensación de ser obra de un grupo único y no de superposición deslavazada de temas independientes de cada una de las bandas que en realidad lo componen.

Una muestra de ese espíritu de todos a una es «Me gusta mutar«, introducción del disco y de esta segunda etapa en la que participan todos con preguntas y respuestas, letras divertidas y ocurrentes y la épica de Aviador Dro en los teclados. Son los mismos parámetros con los que definen «Hashtag«, en la que igualmente se sumergen en la actualidad social y política del momento para la composición de las letras. Por las mismas y a pesar de la obviedad en la autoría de temas como, por ejemplo, «La televisión es nutritiva» (El Aviador Dro) o «Todo por placer» (L-Kan), la interpretación del supergrupo mutante enriquece la raíz original con aportaciones de las otras bandas.

Desde La Monja Enana no tienen problema en reconocer que en su caso la elección de los temas propios para poner a disposición del proyecto general se hizo por un método tan «poco romántico» como el de comprobar la popularidad de su repertorio por escuchas en Spotify, aunque se me hace duro pensar en un título más acertado para un proyecto conjunto con el Aviador y L-Kan como «Me enamoré de un robot«. De las que más detalles aportan, sin embargo, son de la adaptación de uno de los primeros temas de Michael Nyman: «Jardín de sabiduría» y de «Rosenheim«. La primera aprovecha el «Bird anthem» del compositor minimalista para cambiarle la letra y así de la mera enumeración de nombres de pájaros del original pasar a la dramática historia de una mujer progresista española en 1930 en busca de la hija perfecta, que tras quedar embarazada de un sacerdote -ahorrándose así reclamaciones de paternidad- termina matándola para evitar que se fugara de casa. El supergrupo muta el aire de por sí solemne del original para convertirlo en algo cercano a Kraftwerk con voz femenina, algo como de Ladytron. «Rosenheim«, por contra, tiene esqueleto pop, irresistible al llegar al estribillo. También esconde en su letra un episodio real terrible acontecido en un bufete de abogados alemán en los 60. Un aparente caso de poltergeist achacado a una de las empleadas traumatizada tras la ruptura con su novio y que no acabó hasta el despido de ésta.

Ejemplo de la combinación de varios palos diferentes es precisamente que a esta pequeña gema de delicado pop, siga la abrasiva «Unidos«, tomada del repertorio de Parálisis Permanente. ¿Puede una versión superar la leyenda del original? Está claro que aquí se enfrentan a un ejemplo casi mítico, pero el caso es que escuchándolo en la voz de Servando Carballar y la coraza de tecno duro que le han dado, a uno le da por pensar si en un universo paralelo el tema no es en realidad sino un hit más del Aviador en su apartado de cyborgs, ingeniería robótica y cirugías biónicas en su versión más dura y oscura. Es, a mi juicio, la más sobresaliente de las versiones, intrépidas todas ellas, propuestas por el comando mutante. «No se vende el tecnopop» es toda una gamberrada a costa del «No se vende el rock and roll» de Leño, compuesta como híbrido con Depeche Mode a la manera que solían gastar Los Acusicas. Recuerda algo en sus intenciones a aquel «Lucha contra el tecno» que hicieran Baby Horror del original de Larsen para el recopilatorio «Electro Spain» (Subterfuge, 2002). El Aviador propone también la recuperación de rarezas de su repertorio como «Corazón de batidora» o composición de piezas específicas para la ocasión como «Fortaleza«.

Llama la atención que en un ambiente tan proclive a futurismos y odas a las generaciones posteriores, el supergrupo mutante deslice proclamas arrebatadoras a favor del rabioso presente como en «Tengo miedo al futuro«: «Tengo miedo del futuro porque no voy a estar yo / El presente es más seguro, este instante es mejor«. Una delicia a lo Devo entre terciopelos.

En definitiva, un disco completo que debería atraer tanto a nostálgicos como a interesados en el electro-tecno-pop. Supera, a mi juicio, con creces lo estipulado en las bases del proyecto a tres bandas de hace ya más de una década.

Grupo:

Servando Carballar, al frente de en los...

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Tracklist:

  1. Me gusta mutar
  2. Corazón de batidora
  3. Rosenheim
  4. Unidos
  5. No hay amor en tu barba
  6. La televisión es nutritiva
  7. Mi información (My generation)
  8. Tengo miedo del futuro
  9. Me enamoré de un robot
  10. No se vende el tecnopop (No se vende el rock & roll)
  11. Fortaleza
  12. Todo por placer
  13. Jardín de sabiduría (Bird anthem)
  14. Hashtag

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