Con apenas un par de canciones publicadas en el recopilatorio “Otras Formas de Vida” (Federación de Universos Pop, 1999), L-Kan debutan en formato largo en el mismo sello que lo editó. Para los que los conocían no hay demasiada sorpresa: letras entre paródicas, naif y tontainas y una música escuálida y bastante poco compleja. Partiendo de la base de que las dos mejores canciones eran las ya conocidas, el disco discurre por la senda de una especie de tecno-pop de baja graduación en el que se juega todo a las letras y apenas nada a las melodías, que sólo actúan como mero soporte de las voces para soltar unos textos que varían en el nivel de ingenio y, por tanto, de efectividad.
Su vocalista Belén tiene una voz aniñada que, según el punto de vista, le da encanto o arruina cada una de las composiciones. Lo que no tiene mucha vuelta de hoja es la segunda voz, la de Olav, que es directamente de juzgado de guardia. Ni una afinación, no canta en los tiempos correctos… Parece que improvisa en cada uno de los momentos.
El disco contiene nada menos que catorce temas. Si la gracia de L-Kan funciona en raciones cortas, en pildoritas en forma de canción, catorce temas se antojan un exceso difícil de digerir, a no ser cegado por la pasión del fan. El ingenio que te hace sonreir en un principio acaba por pasar factura y el aburrimiento es el estado de ánimo que más se repite durante la escucha, sobre todo a partir de la mitad del disco en la que pocas balas guardan en la recámara.
Dicho queda que las dos mejores canciones del disco son la simpatiquísima “Gayhetera”, uno de sus mayores éxitos y una de las canciones más acertadas de su carrera, y “Humor idiota”, en lo que lo absurdo de la idea, las rimas tan obvias que parece imposible hacerlas, triunfa y se convierte en una tonada de lo más tarareable. También muy destacada es “Besos mua, besos chuic”, además esta una de las musicalmente menos anoréxicas (ni los coros de Olav es capaz de destrozarla).
L-Kan no se cansan de repetir que tiene un par de vertientes: a la que se les asocia y que les persigue, la de un grupo desenfadado y con letras delirantes que les convertía en uno de los miembros más destacados de la tribu a la que nadie quería pertenecer, la del tontipop. Por otro lado, siempre resaltan que en sus discos hay mucha amargura (de esa manera) y que tiene una vertiente triste que aparece intermitentemente en todas sus obras. La verdad es que es una tristeza sui generis, como todo en la música del grupo. Se refieren a temas como «Mi dedo gordo del pie (izquierdo)”, que trata de que se le ha dormido ese dedo del pie nada más y nada menos. O en la sentida “Me he pasado al nylon verde”, cantada de manera terrible pero con la mejor letra del disco. Curiosa forma de narrar un desamor desde una perspectiva que yo no recuerdo antes: tras ser dejada ya no soporta los tejidos naturales porque le recuerdan a su amado. Muy bien.
Por último, también podríamos decir que aparte de esas dos caras tiene una tercera que es la de hacer sociología de salón sobre los hábitos de la modernidad. El problema es que parece que tanto en este disco como en los siguientes están obsesionados con un tipo concreto de personaje que parece sacarles de quicio, o quizá les provoca complejo, porque es extraño dedicarles a o largo de una carrera dos y tres canciones por disco al modelo gafapasta más de manual. También conviene resaltar la curiosidad que el tema “Regulín, regulán” tiene una base musical inspirada nada menos que en “Lemon” de U2.
Por último, conviene citar, por ser muy representativo, que a veces el concepto del todo vale pues… justamente no vale. El último corte del disco titulado “Se me ha subido la nicotina del café”, no es otra cosa que una grabación de un mensaje de voz en un contestador con una serie de paridas sin ningún tipo de gracia mas que para el emisor del mensaje y el receptor del mismo. Dudo que debiese haber salido del contestador y mucho menos aparecer en un disco, porque provoca un rechazo instintivo ante tamaña tontería.
En definitiva, el disco de debut de un grupo por el que nadie daba un duro y que, contra viento y marea, se han hecho un nombre nada desdeñable en el panorama independiente español.