«Contracorriente» es el disco rockero de las Vainica Doble. El dúo parte de la idea de elaborar un disco con pocos temas y donde la música tuviera mucho más protagonismo que en sus dos trabajos anteriores. Para ello Carmen y Gloria prescinden de la figura del arreglista y dejan que esa responsabilidad caiga tanto en ellas como en los músicos que las acompañaban que en esos momentos era un grupo estable que contaba con su plena confianza. Les bautizaron como la Limón Express –el primer tren turístico de España- y eran Rafael Gálvez (guitarra), Pancho Company (Aguaviva, Asfalto, Tickets) (batería, percusión) y Francisco Cervera (bajo, guitarra acústica). Pero también colaboraron Hilario Camacho en los coros, Salvador Domínguez (Los Pekenikes, Canarios) y Santi Villaseñor con la guitarra, Carlos Cárcamo (Granada) con el violín y la mandolina y Gualberto García con el sitar.
Las tareas de producción fueron llevadas a cabo por Gonzalo García-Pelayo que había trabajado con grandes nombres de la escena musical nacional como Smash, Burning o Triana. Las Vainica se quejaron a posteriori de las prisas con las que se grabó, sobre todo las mezclas que se hicieron en 24 horas, pero Gonzalo las replicaba que el disco estaba costando un dineral. Si musicalmente se produce un gran cambio con sus trabajos anteriores, también en las letras darán un pequeño cambio siendo este disco el más contestatario de su carrera. La portada vuelve a ser obra del director de cine Iván Zulueta.
Ese cambio de sonoridad mencionado –el paso del folk o la psicodelia a unos sonidos más progresivos- se da desde el comienzo con los seis minutos de progresía bien entendida de «Un mal entendido amor (Respeto y obediencia)» donde arremeten contra el patriarcado. Si en «Heliotropo» (Ariola, 1973) es la figura de la madre la señalada, ahora es la paterna la que se lleva el palo. Lo que sí parecían tener claro era como no había que educar a los niños y como no cometer los mismos errores que sus padres habían cometido con ellas –un enfrentamiento generacional en toda regla- como podemos comprobar en «Que no» y en «La rabieta«. La primera defiende la individualidad del niño -«no, se entrega a un niño al buitre ni se fosiliza ante el pupitre» cantan las Vainica-; mientras que en la segunda a ritmo de blues-rock denuncia las actitudes proteccionistas de los padres contado con diálogos de Bambi (1942) de David Hand y James Algar con la música que habían compuesto para el filme «Furtivos» (1975) de José Luis Borau. Esta tripleta de temas eran lo más experimental que habían hecho hasta la fecha y es lo mejor del disco.
Los temas de corte más político corresponden a «El oso poderoso» que con un tono más ligero y cercano al folk norteamericano las Vainica cargan contra los autoritarismos y que cumplen con el dicho de que a todo cerdo le llega su San Martín. Y «Magnificat«, cantado en latín, es un homenaje a la revolución de los claveles que había sucedido en Portugal un par de años antes. La idea original era poner la traducción en la carpeta del vinilo pero pensaron que sería censurada por ser demasiado subversiva.
Los dos temas que mejor representan el espíritu vainiquero en «Contracorriente» son, precisamente, los que cuentan con la colaboración de Gualberto García. «Déjame vivir con alegría» es una canción de principios que la entronca con «Un metro cuadrado«, una reivindicación de un estilo de vida, de un modo de disfrutarla que se contrapone frontalmente al modelo anglosajón; La otra es «Eso no lo manda nadie» que es una adaptación de un tema popular.
Los otros dos temas que completan el disco son «Todo desapareció» que habla de la relación del amor y la madurez, como cambia con el paso del tiempo una vez que el hogar queda huérfano de nuevo; y «Alas» compuesta con la idea de hacer un tema tipo Yes que era un grupo que les encantaba. En ella reflexionan sobre la falta de libertad y la posibilidad de superarlo con la ayuda del compromiso de la gente.
El álbum fue recibido con disparidad de criterios. El público más joven y que acababa de conocerlas lo aplaudió al encontrarse con algo que sonaba moderno y actual, muy parecido a los grupos que escuchaban. Pero los seguidores de sus principios les echaban para atrás lo que ellos consideraban unos arreglos excesivos y demasiado guitarreros para un dúo folk.