En 2006 Christina Rosenvinge regresa a España con un disco bajo el brazo. Seis años han transcurrido desde su marcha a EE.UU., desde entonces mucho ha acontecido. Y todo ello ha sido vertido en esta trilogía que se cierra con “Continental 62” (Søster / DRO, 2006). Disco producido por Suso Saiz y por editado Søster, sello que Christina crea para poder publicar con máxima libertad, esta línea que une Nueva York con Madrid se materializaba en forma de disco conteniendo toda la metamorfosis que la artista había sufrido desde su marcha.
Rosenvinge alumbra así un disco que reúne y unifica la sencillez de aquel primer giro en su sonido, que fue «Frozen Pool» (Smells Like, 2001) con la desquiciante complejidad y la melancolía desgarrada del hermoso “Foreign Land” (Smells Like, 2002) dando como resultado un compendio de canciones que con esas características beben de nuevo de la música de las calles de La Gran Manzana, ahora con cierto aire más sofisticado proveniente del cine .
Para ello Christina vuelve a contar con aquellos que la han estado acompañando en su nueva trayectoria: Lee Ranaldo, Steve Shelley, Jeremy Wilms, y Tim Foljahn. Además vuelve a ser una presencia destacada el castellano, donde ya protagoniza tres de los temas del álbum.
Un disco que termina de expulsar todas las emociones y la rabia contenida, siguiendo la catarsis musical que iniciara con «Cerrado» (Warner Music, 1997). Purificando las pasiones, Christina se desnuda sin temor alguno hablando de aquello que duele y conoce. Cómo decía Frida: “Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque yo soy el motivo que mejor conozco”. Igual que Chtistina, una mujer-niña herida que ha sabido hacer de sus cicatrices historias deliciosas.
«Ellos tenían razón, sólo se puede renacer tras la humillación».