La nueva entrega de A.S.C.O. sorprende desde un principio por la contundencia del mensaje. Dando una vuelta más (si cabe) de tuerca, se radicaliza el mensaje de rebelión proletaria contra un sistema de políticos, banqueros, jueces, policías y, sobre todo, contra la extrema derecha. Casi a ladridos se insulta la cobardía de quien sólo centra su ataque contra el más débil: «enfermedad de nuestra generación«, sin sitio en la escena, «plaga de nuestra sociedad«…
Radicalizado el discurso contra el enemigo directo, ampliando el cerco para cubrir también a políticos, banqueros, empresarios, jueces y obispos, ilustrando las letras con grabados de guillotinas y fotos de fusilamientos, los canarios han puesto la directa y no dejan títere con cabeza («Llegó la hora, es el momento de cortar cabezas para bien»). Hay que subvertir la pirámide social dibujada en el sistema capitalista sustentada desde abajo por una masa social, una clase obrera que tiene que declarar la lucha de clases, la guerra a muerte con el puño en alto. Por nada del mundo se puede ser una pieza de este engranaje, un simple peón en un ajedrez que controlan otros.
En lo musical pocas son las concesiones. Todo transcurre a gran velocidad, con letras que salen directamente de la garganta de Carlos en lo que se suceden los coros añadiendo épica de la calle. Suenan las canciones amenazantes, con guitarras que cuando tienen ocasión suenan quejumbrosas («Para bien«) o se ponen a velocidad de hardcore speedico («No quiero ser«).
Hay el espacio dedicado al orgullo de la estipre canaria. Se entonan pasados guerrilleros, juventudes antifascistas y espíritus rebeldes en la unión de las siete estrellas… Letras con la intención de inflar pechos y de epopeya insular.
Si bien «Comandante eterno» viene acompañada en la ilustración por el trío guerrillero del nudo cubano-venezolano, las intervenciones en las cuñas de la intro previa son todas para Chávez.
Guiño al «A.C.A.B.» antipolicial que tantas ampollas parece levantar en vista de sus recientes judicializaciones, en claro síntoma de la atención que presta la banda a la realidad actual. En la misma línea entiendo la inclusión de la foto de la defensa en heroica soledad repeliendo la agresión de grupos de extrema derecha vista hace relativamente poco en manifestaciones callejeras al calor de las reivindicaciones independentistas en Cataluña.
Tiempo han tenido en ir absorbiendo todas estas estampas en el proceso de grabación, que se produjo entre el 2016 y 2017 en los estudios de David Correa. Presentación con portada de, efectivamente cerebros en llamas, y cocteles Molotov de fondo que se desperdigarán por todo el libreto interior y dedicatoria al amigo fallecido, Foncho, uno de los miembros fundadores del proyecto.
Tiene este «Conciencia Incendiaria» un momento destacado con la participación de Fray de Decibelios en el tema «Colegas«. Con el cantante del mítico grupo catalán salen fotografiados profusamente en el apartado de las letras correspondientes, y es por eso por lo que en algunos momentos cambian el «Sean borrachos o sean fumetas» por un «Sean bolingas o sean paletas» que, sin embargo, no parece quedar registrado en el texto del libreto. Tiene en la contención del final algo de las canciones de Extremoduro.
Se ciñen quizás al oi! británico más canónico en la versión de Cock Sparrer y en el canto a la hinchada y seguidores de la banda con la que se despiden.
Punk de la calle sin medias tintas, posicionándose a las claras desde el primer momento.