Si bien el concierto funeral celebrado en la sala Santana de Bolueta (Bilbao) en 2005 pretendía certificar la defunción de M.C.D. y evitar así la utilización de las siglas por parte de la banda superviviente tras el «Imbecil.com» (Zero, 2001), hubo quien entendió aquellas reunión como las vitaminas que hacían falta para resucitar el proyecto. El problema fue que no todos vieron aquel resurgir con buenos ojos, y si antes se hizo frente común contra un enemigo exterior, en este caso, las discrepancias volvieron a ser intestinas.
Neil, Jokin y posteriormente Jimmy, conformaron lo más parecido a un core de miembros históricos y tras encadenar actuaciones con el repertorio de siempre, encontraron la motivación para facturar nuevo material con el nombre de M.C.D. Lo hicieron grabando en los estudios de Carlos Kreator, donde tardaron poco en dejar registradas las bases, pero sin embargo tardaron bastante más con las voces y guitarras.
El resultado es un ejercicio brillante y depurado de rock contundente; quizás incluso demasiado pulido, sonando a punk melódico de escucha y consumo fácil. Suenan limpios, profesionales y deberían de atrapar al aficionado al rock con pegada domesticado. Hay hueco para ternuras, solos de guitarra y muy buenos coros, un buen trabajo de músicos ya avezados y con muchas horas de vuelo. Pueden mostrarse nostálgicos ante lo ya vivido («Mil historias«) y atentos a las distancias cortas con la pareja.
Eso sí, «La luna«, «La luz de un bar» o «Imposible» sirven como solución de continuidad a lo último que facturó la banda antes de la salida de Niko, pero poco o nada tienen que ver con lo que fue M.C.D. en sus principios. Sólo «Odio» parece tener la pegada y crudeza justa. Es por ello que la parte del disco correspondiente a un concierto de la banda resucitada, incluida probablemente para dar sello de autenticidad a unas siglas manoseadas hasta el infinito por unos y otros, termina jugando un poco en su contra.
Por si fuera poco y como si de una broma amarga se tratara para aumentar la confusión del seguidor, la edición del disco coincide con la salida al mercado del «Funeral en Vivo» (Autoproducido, 2015), casi una década después de lo que quiso ser el entierro del grupo. Y es que la etapa final del mismo ha sido excesivamente convulsa. Una pena.