Último disco de Francisco Heredero en solitario para Vergara y en la cara B uno de los pocos temas propios del cantante en toda su carrera. La deriva del otrora chico ye yé y émulo de Elvis hacia la balada más romántica toma aquí carta de naturaleza.
Un disco que aporta poco, pero que sigue poseyendo la solidez formal de casi todas las grabaciones de este cantante. Inevitable pensar que es un 45rpm. aburrido en comparación con lo que él mismo hacia un par de años antes e incluso con los discos que seguía grabando junto a Luisita Tenor, mucho más juveniles y movidos. En 1968 ambos abandonan Vergara, que había sido para los dos su sello de toda la vida y recalan en la modesta Sayton, que solo parece interesada en los discos de la pareja.