«Sólo queríamos divertirnos, el aburrimiento es pecado; un crimen, cuando eres joven». Esta declaración de intenciones la firma Josetxo Ezponda en el libro-CD “Los Bichos 1991-1988” (Munster, 2006). Y es que su debut destila energía e intensidad por los cuatro costados. Auténticos bichos raros dentro de nuestra escena, si por algo se caracterizó la banda fue por un fuerte compromiso con sus bandas de cabecera (The Scientists, Suicide, Television, The Stooges, Alex Chilton…) y por hacer siempre lo que les apeteció en cada momento.
Con la perspectiva que da el paso del tiempo, Josetxo comentaba sobre su debut en una reciente entrevista en el Diario de Navarra: «la mitad del álbum era inglés y el resto en castellano. Tuve la sensación de que me estaba preparando para algo más fuerte. Con este disco me pregunté durante mucho tiempo en qué me había equivocado… porque le gustó a demasiada gente. De la grabación recuerdo el entusiasmo, un entusiasmo que nunca he vuelto a conocer, ni siquiera con Bitter Pink. El mismo título lo dice, golpes o éxitos de color. Fue la ilusión de unos críos que ya eran treintañeros».
El entusiasmo se respira desde el comienzo, desde los aires glam de “Shadow girl”, con los New York Dolls en la recámara se marcan un temazo con unas guitarras retorcidas y un estribillo para el recuerdo, “Mi cabeza se quemaba y mi polla se alzaba / la rubita de ojos verdes estaba allí esa noche, y aparentaba trece, pero tenía veintiuno”. “The one you’ll never catch” es un paseo tranquilo por Nueva York de la mano de Television.
“No hay nadie en este corazón”, canta Josetxo en la turbia “¡Hola! (ni Dios)”, el primer corte en castellano del disco. “1989” nos trae la rabia y la contundencia de los Stooges, en esta acertada revisión del famoso “1969” de los de Detroit. Los aires mexicanos y etílicos llegan con el instrumental “Mezkalito”. El medio tiempo “Me gustaría llorar” mantiene los aires experimentales de la anterior, con el acordeón de Joseba Tapia trayendo aires de ranchera rock con una letra para el recuerdo: “a veces me quedo callado / a veces me da por gritar / a veces hablo demasiado / pero nunca consigo llorar… Se pudrirá mi piel / seré un bicho otra vez”, que pone de manifiesto la capacidad de Josetxo para unir delicadeza y crudeza.
El verdadero hit del álbum es “Verano muerto”, ese corte que comienza con los acordes acústicos del “Sweet Jane” de la Velvet Underground y un “suitcase in my hand” que no logran más que despistar, la electricidad enseguida fluye, Josetxo se desata y «un millón de esqueletos maquillados como putas» desfila ante nuestros ojos entre riffs contagiosos y aires de celebración nihilista. “Lluvia y luna” suena truculenta y oscura, recordando a los Scientists entre ritmos repetitivos y aullidos que nos dejan claro que “el sitio será el mismo y la luna volverá”.
También incluyen su peculiar versión de la mítica “My girl” de The Temptations, el brillo justo antes de la oscuridad primitiva y el exceso de “Sssnake (lullaby)” y «De noche”.
El disco tiene muy buena acogida, y sin apenas promoción se despachan cinco mil copias que animan al grupo a seguir hacia delante y a Oihuka a lanzarles su segundo largo, el doble LP “Bitter Pink” (Oihuka, 1991), que a la postre sería el último.