El debut de Aerobitch fue el resultado de la insistencia de Pablo López, responsable de Rumble Records, quien cercano al círculo de bandas que actúa regularmente en La Granja Margarita, los conoce bien. Es él quien les convence, a pesar de lo que piensa el propio grupo de no estar aún preparados ni en posesión de material suficientemente bueno como para editar nada. Aún así, con persistencia, Pablo se sale con la suya y logra meterlos a trabajar con Moncho Campa en el estudio Reactor (aunque en los créditos hicieron aparecer el nombre de 1/2 Second Fuck Studios, así como el de Neurastenic Moncho para el ingeniero) durante tres días de 1996.
El resultado es impactante. Aerobitch se destapan como una banda intratable, que no deja espacio para la más mínima réplica. La voz de Laura es un puro grito en muchas ocasiones y sirve, de golpe, para saber de qué va todo esto del riot girrrl. La portada acompaña subliminalmente: una chica detiene, en lo que parece una demostración de defensa personal ante un puñado de policías.
Urgencia, velocidad, a veces con temas que apenas duran un suspiro, lo suficiente como para mandarte callar («Shut up»), y con cierto aire de inmediatez cerrando las canciones con reverberaciones eléctricas descontroladas de las guitarras.
Despachan un buen puñado de versiones: «Her name was Jane» de Pagans, «Self destruct» de Adolescents, «Sit on my face» de Dwarves y el «I’m a bug» de Urinals, pero les bastan sus composiciones propias para dar suficiente muestra de la contundencia de su sonido.
Letras amenazantes, complicadas de entender por la velocidad y por la maraña sónica en la que quedan envueltas, en las que dicen querer cargarse a todos a disparos, o mostrar el aburrimiento mortal que les producen ciertas compañías tóxicas. Querer beber sin parar, admirando al «dead boy» que vive demasiado rápido. Igualmente queda zanjada cualquier tontería en lo que respecta a las cuestiones de género: Laura no tiene problema para despachar a quien sea a pesar de las «típicas reacciones de macho» («You talking to me») o dejar claro que ella no es una groupie detrás del músico, que lo que quiere es la misma batería.
En definitiva un disco trepidante y agresivo que puede despertar en ti las mismas reacciones que los discos de Minor Threat o Circle Jerks. Al final va a resultar que Pablo Rumble tenía razón, y que hay que agradecerle que empujara porque Aerobitch grabara el disco. Editado inicialmente en formato de CD por Rumble, el grupo, celoso siempre de tener el control de su material propio, lo reeditó poco después, en el 1999, en vinilo