Conocida es la afición de Munlet por monstruos y criaturas similares, que utilizan para las portadas de sus discos -véase si no los ejemplos de «Cañón» (Gaztelupeko Hotsak , 2010) o el más reciente «Bicefalopedia» (Screaminguy! / Ghost Highway / Bi Batean , 2012) -. Por ello no ha de extrañar la elección del Chupacabras para presentar su nueva entrega. Les sirve para dar título, no sólo al disco sino también para uno de los temas del final.
Grabado de manera casera en su estudio El Cubo, cuentan para su edición, como en ocasiones anteriores con la participación de diferentes sellos amigos.
Cada nuevo trabajo de los vascos es un himno contra el desaliento, un brindis con el que celebrar que una vez más han sabido dar salida a todo lo que les bulle en su interior . Y además, siempre que lo hacen, Ina y Anita consiguen condensar en pequeños tomos como unidades sonoras y gráficas personalísimas, parte del universo personal que habitan. Quien les asiste en el apartado del diseño es Miguel B. Núñez, y en el musical, todo un pequeño gran ejército de amigos y conocidos que orbitan alrededor de su campamento base de Mendaro.
De todos ellos cabe destacar, por haber quedado atrapado de manera especialmente intensa en el campo gravitatorio creado por la pareja, Carlos Cebrián. Compañero de aventuras previas de Ina, a su participación en la grabación de la mayoría de los temas con sintetizadores varios, teclas y efectos, se une su alistamiento con la banda para los conciertos de presentación que surjan.
Recurriendo principalmente a su electrónica en la vertiente más elegante y asequible, y la voz indisolublemente ligada a ella de Anita, que salvo en «Conductas de autodestrucción» y «Chus Lampreave«, se encarga de todas las canciones, Munlet compone a partir de una poesía de sentimientos y sentidos a flor de piel en un escenario robotizado y científicamente impersonal. Sabor a litio, olor encapsulado, aceite hirviendo, piel arrancada, hedor de cataplasma, corazón robotizado, belleza encapsulada… Reconocen aún y todo haber logrado un disco más abierto, menos opresivo que «Bicefalopedia», en el que han logrado abordar muy diversas vertientes a la vez.
Son el Munlet reconocible de trabajos previos en sus logradísimas «Venganza» o «Torsión» pero como suelen, no desaprovechan la ocasión para introducir elementos de oscuridad, esqueletos de glam («La noche del cocodrilo«) o rock clásico («Soledad Miranda«) o construir temas con evoluciones propias y diferentes en su interior como «No te debo nada«, uno de los más interesantes o que tienen mucho de experimentación electrónica («Chupacabras«).
Si «Autos locos» tiene algo de cacharril, en «Litio» empiezan sonando de manera similar a como arrancaban algunas canciones de Derribos Arias para terminar pareciendo a Yo La Tengo.
«Ausencia«, una de las que se recuperan aquí al igual que «Tensión» y «Conductas de Autodestrucción» para que no quedaran perdidas entre los EPs que editaron, suena a pop, y el carácter algo gamberro de «Chus Lampreave» les acerca a la irreverencia de punk de nueva ola con letras poco complicadas.
En la edición en CD se incluía a modo de bonus el tema «Divina of the death«.
Munlet es un grupo del que gusta su cuidado a la hora de dotar a cada uno de sus discos de una autonomía propia, una existencia independiente en las manos del oyente; del que gusta la apuesta gráfica y las ganas de experimentar dentro unas coordenadas que ya, de manera irrevocable han quedado ligadas a una de las propuestas más interesantes del universo electrónico. Llevan demostrándolo desde hace ya muchos discos.