Este disco es un producto arquetípico de la música de los primeros tiempos de La Movida Madrileña. Ritmos acelerados y un tanto mecánicos, guitarras básicas con riffs muy efectivos, letras preocupadas por transmitir un contenido supuestamente urbano y “moderno”, cantantes con tendencia al griterío…
Tal vez este cumplimiento estricto de las normas no escritas de La Movida por parte de un grupo de treintañeros mosqueó sobremanera a los teóricos de la cuestión, que vieron en Charol un descarado producto comercial que intentaba explotar un filón que no le correspondía. Razonamientos tan pedestres como éstos se cargaron más de un prometedor proyecto artístico en aquellos primerizos 80.
Por otra parte, el LP no es nada del otro jueves y las canciones están cortadas por el mismo patrón y se hace complicado distinguir unas de otras. Me gusta el corte segundo “El abujero”, por su ritmo rock marcado por la guitarra y el piano, que me recuerda los temas más logrados de Tequila. También la letra resulta graciosa con ese abujero que llena la cabeza de speed. Los machotes coros masculinos ponen el contrapunto a los reproches proferidos por la voz aguda de la cantante. “El mutante” es el tema de mayor duración y animo de experimentación que contiene el disco.
Quizá el producto no este del todo bien conseguido, pero la atmósfera inquietante que crean los instrumentos sobre la que fluye la voz de May es una forma atípica de acompañamiento que sobresale entre bastantes temas anodinos. Cerramos el terceto de canciones que están bien con “Pajarillos electrónicos”, otra canción de atmosfera nuevaolera que fue incluida como cara B del segundo sencillo de Charol y en la que May García literalmente se desgañita hasta lograr pasajes y recitativos que, si existiera semejante estilo, podríamos calificar de aria tecno.