El larga duración de presentación de la banda fue la referencia 1004 de Elefant Records, el sello de Luis Calvo con el que desarrolló toda su carrera discográfica Automatics. Todas las fotos, la de la portada, contraportada y hoja interior giran en torno a nacimientos, recién nacidos e incubadoras de maternidades de hospital. El título mismo del disco se refiere a la cuestión.
En la información del interior, en inglés toda ella, se indica que la grabación y mezcla tuvieron lugar desde diciembre del año 1993 hasta enero de 1994. Dicho proceso y el de mezclas se atribuyen al grupo y a Fernando J. Romero, en su estudio de Granada. La producción parece ser cosa exclusiva de la banda.
Larga lista de agradecimientos que refleja, incluyendo bandas amigas (Los Planetas, Maddening Flames…), fanzines varios, presentadores de radio, salas como Maravillas, a la gran parte de la escena noise-pop, indie del momento.
El grupo presenta con este trabajo las bases de su propuesta. Con profundas influencias foráneas (Pixies, Jesus and Mary Chain, incluso Stone Roses) Automatics logra forjar un sello distintivo, bien con baterías y percusiones varias entrecortadas, o con la elaboración de cortinas de sonido con guitarras distorsionadas. Y diriguiendo las operaciones, o al menos garantizando su lugar en la canción, la voz de José, mucho más consistente que en el debut «Drive Wheel» (Elefant, 1993). A pesar del gran resultado obtenido, el grupo se quejó amargamente de las condiciones de grabación: del técnico de producción, del poco tiempo del que dispusieron…
«Sixty«, el tema que abre el disco, se incluyó también en un sencillo de dos canciones «Sixty» (Elefant, 1994). Es un temazo. Oleadas de guitarra para contrarrestar las luminosidades de la guitarra principal.
Con el siguiente tema «The Slaughterhouse» siguen las buenas sensaciones. Arranque casi de rock duro. Percusiones sincopadas y un muro de guitarras noise detrás que impone, de forma apabullante y monolítica el avance de la canción. Distorsión para contrarrestar la aparente calma, mesura de la voz de José.
A Stone Roses parecen sonar las guitarras con las que se abre «Emilio«. Contraposición de lo más atractivo entre el ritmo propuesto desde la voz y la que tratan de imponer guitarras de primea línea y batería, mientras que todo viene envuelto en embalaje noise. Gran canción, de las escogidas para poder oir con esta reseña. Pero verdaderos aires de psicodelia no se encuentran hasta la segunda cara, con «Crazy«.
Las guitarras son protagonistas destacadas, tanto las de corte cristalino que consiguen hacerse huecos por momento (como en «Fraguel Rock«) como las responsables de ruido, a veces desde el principio como en «Open space«. Son las que tratan de conferir un halo planeador, espacial, de acuerdo con el título de la canción. Resulta sin embargo sólo en un corte pasable.
Dejadas atrás las excursiones espaciales encaramos el que sea probablemente uno de los mejores temas del disco: «Suicide«. Y aun a riesgo de jugar con lo subjetivo de los gustos, uno de los grandes temas de Automatics. Imposible no rendirse a la sección melódica, a la que como siempre contribuye el propio José. Sumergidos en el noise de celofán, el momento del estribillo es buenísimo. A todo ello se le unen las atmósferas Pixies; ¡Qué mas da! ¿no? Revindicación totalmente válida del “Doolittle” (4AD, 1989). Imprescindible. Y por si eso fuera poco, a mi «Dixie» también me suena a los de Boston. El título de la canción, de curiosa coincidencia fonética, invita a pensar, junto con Pixies, en roedores de televisión. Incluso las voces amortiguadas, como de megáfono, suenan a Black Francis.
«I was wrong» comienza con voces infantiles de recreo. El comienzo más vigoroso del disco. Se aceleran los tiempos y las voces parecen resbalar a medida que se acercan al estribillo. Dosis de feedback y reverberaciones justas. Muy completa.
Cierra el disco una versión ralentizada, con efluvios a los Jesus and Mary Chain de “The slaughterhouse”.
Pieza de aristocracia noise. Un muy buen disco.