Castillos en la Playa / Carmela

Ariola ficha de una tacada a Abel y a su mentor Ramón Farrán. La propuesta ahora se aleja de una cierta experimentación para caer en la pachanga veraniega con coritos gritones, trompeteo colorista y un cantante metiendo palabrejas en inglés -«my baby I love you«- dentro de un texto castellano cargado de tópicos veraniegos que hablan de soles, besos, arena y cosas por el estilo.

En «Carmela» se decanta por las siempre socorridas canciones lentas y románticas con nombre de mujer en el título. El tufillo a pachanga, no obstante, se adueña de un estribillo clavadito a aquel constante chunda chunda de Los Albas.

Abel ni convenció a Carmela para que regresara a sus brazos, ni se ligó ninguna guiri en la playa y, lo que es peor, no vendió lo suficiente de un proyecto que se pretendía un lanzamiento comercial en toda regla.

Ariola lo pasó a la nevera y allí estuvo más de año y medio hasta que fue rescatado por Belter, previo cambio obligado de nombre artístico.