Uno de los sencillos más conocidos del trío ve la luz a finales de 1975. Una balada de letra un tanto ñoña y música cargada de tópicos, a pesar de lo cual guarda una elegancia formal y se mueve en unos parámetros sonoros que triunfaban a mediados de los 70. Podría haberla firmado Camilo Sesto, Pablo Abraira, Lolita o cualquier cantor de aquellos años, pero la firmaron Santabárbara, o más concretamente su líder y cantante, Enric Milián. Y es que Santabárbara hasta en sus momentos más bajos era capaz de guardar una compostura formal impecable. La canción se oyó profusamente en las emisoras radiofónicas, por entonces casi exclusivamente circunscritas a la onda media.
En la cara B otra balada con guitarra acústica, violines muy en la línea del grupo catalán que nos ocupa. Menos comercial y seguramente más atractiva para el oyente que la compañera de single. Se echa de menos aquí aquellas vibrantes caras B con que Santabárbara nos obsequiaba en sus primeros discos.