Que a Massiel le iba la cosa mexicana es algo que teníamos claro desde que publicase “Massiel en México” (Novola, 1970) y de vez en cuando se daba el gustazo de hacerse todo un larga duración dedicado a la música de aquel país, tal vez para añadir ese otro gustazo de vestirse con ropajes típicos.
Este disco está dedicado a las canciones más célebres de la revolución mexicana. Por las estrías del vinilo galopan Emiliano Zapata, Sandino, Madero y Pancho Villa.
La canción que se popularizó de este particular disco fue sin duda “María de los guardias”, un tema que parece creado a propósito para retratar a nuestra heroína eurovisiva en esta su advocación revolucionaria. Pero aquí hay otros los títulos que están en el imaginario colectivo. “La Adelita” a la que estamos dispuestos “a comprar un vestido de seda para llevarla a bailar al cuartel”; esa “Cucaracha” que “no puede caminar porque le falta porque no tiene marihuana que fumar”; ese “Caballo blanco” que cruzó todo México antes de reventar, esa “Valentina” y por supuesto la infalible “Carabina 30-30”, la emblemática arma de los rebeldes.
En esta ocasión, de los arreglos desaparecen trompetas, violines y guitarrones del mariachi para ser sustituidos por teclados y baterías. Dicho de otro modo, los arreglos cambian de forma decisiva, no necesariamente positiva, el producto final. Un disco entretenido sin más que merece una escucha mientras se realizan otras tareas, pero en el que una segunda pasada puede resultar letal para el oyente.