Este LP es algo más que un envase grande para arropar el éxito que estaba suponiendo en el momento de su publicación el single “N’a veiriña do mar”. Se trata de una apuesta por la pluralidad de la canción en España, una pluralidad que no fue bien entendida en el momento de su publicación, lo que marginó un tanto su contenido de las emisoras de radio. Tres canciones en euskera, una en gallego y seis en castellano con el denominador común de la languidez vocal y el origen claramente folclórico de la mayor parte de las piezas, entre ellas la famosa “Una de enero, dos de febrero…”, típica de los sanfermines pamploneses.
Además de la primera y famosa canción que encabeza el album, hay que destacar las tres canciones en euskera, tres baladas que nos hablan de mar y paisajes sombríos y que nos recuerdan a las canciones corales que compositores clásicos vascos, como Jesús Guridi, habían compuesto décadas antes.
Un LP con el que María Ostiz, tantas veces acusada de no mojarse socialmente, se la jugó y sin abandonar el folk cantó en lenguas que en aquellos momentos permanecían encerradas en valles y caseríos y eran mal vistas por los mandamases y su cohorte de aduladores que dirigían la cultura española.
Ilustramoseste comentario con un tema en castellano: «Mil rosas», que acompañó en la cara B a su renombrado éxito en gallego, que también fue incluido en este LP. Dentro de las canciones cantadas en euskera, escogemos la melancólica «Aurtxoa Seaskan», una de las pocas canciones grabadas por la cantante navarra, cuya composición no es suya, sino de los compositores vascos Zagarzazu y Olaizola.