Aires de marcha clavada a un fragmento de una obertura de Rossini inicia esta cantamañanista “Buenos días, señor”, que transmite alegría barata al oyente de pocas pretensiones musicales. Otra de esas canciones capaces de borrar de un plumazo el bien ganado prestigio discográfico de esta banda valenciana, que, desde luego, había conocido la década anterior mejores momentos.
No cambia la decoración ni el talante en la cara B, un tema de ritmo machacón chunda chunda y letra previsible.