“Buena Suerte” (Pasión, 1991) inauguraba la andadura de Los Rodríguez. El disco fue grabado en febrero de 1991 en los estudios Trak y Cinearte, de Madrid, y producido por el propio quinteto.
A pesar de ser un debut discográfico, “Buena Suerte” no es un trabajo de novatos. Los guitarristas Julián Infante y Ariel Rot habían vivido el éxito con Tequila, mientras que el vocalista y multiinstrumentista Andrés Calamaro también alcanzó la notoriedad en Argentina con la banda Los Abuelos de la Nada, e incluso produjo a Los Fabulosos Cadillacs. El baterista Germán Vilella tenía ya a sus espaldas una larga carrera junto a Luz Casal o Luis Eduardo Aute, y el guitarrista y bajista Guille Martín había fundado Desperados en los años 80. Era, por lo tanto, una nueva oportunidad para músicos veteranos, que vivían la apuesta con muchas ganas: “Sabíamos desde el principio que estaba pasando algo bueno, que teníamos una banda del carajo”, explica Rot.
“Buena Suerte” es reflejo de un periodo de especial efervescencia del grupo, y fue el disco en el que Los Rodríguez trabajaron como una verdadera formación: lo aseguran los músicos y lo confirman los créditos. Infante estampa aquí su firma -en solitario o junto a otros compañeros- en siete de las dieciséis canciones del repertorio, mientras que en los siguientes trabajos la banda se dispersó a nivel humano y compositivo, y Rot y -sobre todo- Calamaro traían por su cuenta sus melodías y letras al local de ensayo, como modus operandi habitual.
El primer disco de Los Rodríguez fue también el trabajo más rockero de la banda. La presencia del malogrado Martín al bajo contribuye a este tono, en el que los protagonistas parecen una reencarnación 100% hispana de los Rolling Stones más divertidos, hedonistas y callejeros. La santísima trinidad -sexo, drogas y rock & roll– impregna canciones como “La parte de atrás”, “Canal 69”, “La mujer de un amigo” o “Sol y sombra”. El grupo madrileño demostraba que no le faltaba nada: ritmos con fuerza, riffs contundentes, guitarras empastadas y buenas armonías vocales.
También andaba sobrado de canciones, como muestran dos ejemplos. La rumba “Engánchate conmigo”, que narra una turbulenta relación, dejaba entrever la capacidad de Calamaro para construir piezas absolutamente populares, con estribillos y melodías que se pegan como el chicle a los zapatos sin por ello hacer la más mínima concesión a la radiofórmula: “Tal vez yo no sea tu hombre ideal / ni tú mi mujer, pero igual / engánchate conmigo”.
“Mi enfermedad” es otra de las gemas de la discografía del grupo, que popularizó Diego Armando Maradona al convertirla en himno de su batalla contra las drogas. La canción llegó al éxito en una versión de Fabiana Cantilo, y sonaba con frecuencia en el estadio Sánchez Pizjuán durante el calentamiento de los futbolistas, a petición expresa del astro argentino. Calamaro canta aquí por la redención: “Del árbol una hoja seca yo / en mi boca la manzana se pudrió / tendrías que aprender a pedir perdón / esta vez el esclavo se escapó”.
“Buena Suerte” pasó sin pena ni gloria por las tiendas españolas (en Argentina sí alcanzó mayor difusión). El nivel de ventas fue pobre y dejó una sensación de frustración entre los integrantes de la banda. Guille Martín abandonó el grupo, que a partir de entonces contaría únicamente con cuatro integrantes. Sin embargo, el álbum es el preferido de muchos seguidores y deja entrever la fuerza del ciclón que vendría después: Los Rodríguez serían capaces de firmar discos insuperables y se disolverían -la crisis interna era ya imposible de arreglar- en su momento de mayor éxito comercial.