«Bromas Privadas En Lugares Públicos» (Discos del Rollo, 2013) es el primer disco largo de Hazte Lapón tras más de tres años de carrera en los que la etiqueta de grupo revelación que les acompañaba empezaba a tener fecha de caducidad. Esto, sumado a la inminente marcha de Nono, guitarrista del grupo, a Chile, fue el empujón necesario para que se pusieran manos a la obra a grabar las canciones que ya tenían en la cabeza.
El problema era que Lolo, letrista y compositor principal, y por extensión el resto del grupo, buscaban que el resultado se acercara a algo que podíamos llamar pop barroco, como expresaron en alguna entrevista, inspirados en referentes como The Boo Radleys. Un pie en el noise, otro en la canción melódica, ritmos post-punk o aires new wave.
Raúl Querido fue el elegido para producir el disco y a lo largo de varios meses les acogió intermitentemente en su casa-estudio Azul Alcachofa en Madrid para vestir las composiciones con todo tipo de adornos: vientos, capas de guitarras, voces y percusiones varias. Pilar Crespo, de Klaus&Kinski participó en la grabación con su violín.
Eso sí, el proceso se dilató más de lo que ambas partes habían calculado -y deseado- en un principio, y no fue hasta febrero de 2013 que se estrenó en la web de MondoSonoro.
Las trece canciones que componen el disco reflejan diferentes traumas de un psiquiatra enamorado, el propio Lolo, y sin llegar a ser un disco conceptual sí que se pueden encontrar temas recurrentes a través de las canciones: Se trata el amor, o los recuerdos de la infancia pero con nuevos enfoques raramente vistos en canciones pop, en los que el psicoanálisis se pone al servicio de la relación de pareja y el entenderse primero a sí mismo para luego entender lo que le rodea, incluida también su relación. Impresiones de su subconsciente pero que no dejan de ser temas universales y por tanto perfectamente entendibles por el oyente. Quizás estas sean las «bromas privadas en lugares comunes» a las que se refiere el título.
Destacan varias canciones como por ejemplo «Carne tártara«, en la que se trata un punto de vista único sobre las discusiones de pareja. El momento en que la otra persona deja de gritar y ya te puedes temer lo peor.
En «Métodos anticonceptivos» el pánico a tener hijos de alguien que sabe que no le queda demasiado para dar ese paso; el ritmo desbocado de «Siempre fui el último al que cogían al fútbol» y su reverso calmado en «Torpeza psicomotriz«. Momentos para la crítica política de «En construcción» o las regrabadas de nuevo «Permanezca en sintonía» y «Muerte en Bangkok«.
El disco tiene vocación pop pero es largo y variado, con letras extensas y con muchas referencias y giros, lo que exige cierta atención al oyente, y a pesar de contar con hits rotundos como «Carne tártara» o «Métodos anticonceptivos» no es un disco para los tiempos acelerados que corren y eso quizá juegue en su contra; pero también es cierto que pocos letristas de su generación han sabido plasmar tan bien la post adolescencia, las relaciones largas de pareja y un universo propio donde las influencias musicales, literarias y cinematográficas se mezclan en la batidora de la cabeza de alguien que se autodiagnostica y vuelca a modo de terapia sus problemas en un disco genial.