Beleça

Ahhh, el jazz, ese espectro tan amplio, ese concepto inclasificable, ese sentimiento indefinible, ese bastión rítmico irreductible… ¿A qué viene empezar una reseña así? Primero al hecho de que quería demostrarme a mí mismo que sería capaz de encadenar tres adjetivos que terminaran en –ble, y segundo para remarcar el hecho de que, además de los grandes instrumentistas norteamericanos, existe una corriente de jazz sensual, cálida, afrutada como los aires del Brasil. Una corriente que tuvo su gran explosión en el 1963 con el famosísimo «Getz / Gilberto» (Verve, 1963), y tal camino parecen querer tomar los Alcohol Jazz en este disco, este conglomerado sonoro de bossanova, latin jazz, y funk.

Porque aunque pueda parecer que estamos ante una ruptura con su anterior sonido, estamos ante otra forma de entenderlo, en el poso del vaso (de tinto, cerveza, ron, whisky o lo que quieran pero que sea etílico, por favor) se siguen reconociendo las endemoniadas melodías locuelas en temas como «Dha, Ghe, Dhi, Nah» «Todo es mentira» o «¡¡¡Fenómeno!!!«; señas de identidad para hacerte ver que no te has equivocado de CD en la tienda.

Pero además hay muchas cosas nuevas, y muy buenas. La cachondísima visión de la alopecia de «El hombre calvo» o la simpática bossa de «Qué triste está la playa«, por no hablar de la fusión perfecta de los engranajes funk y electrónicos de «Ron Matusalem» o de la gran colaboración de Susana Ruiz de Celofunk en la canción que da al título al álbum. Título que por cierto díganme si no es lo más sugerente que han escuchado nunca por título de un disco.

Alcohol Jazz les invitan a un crucero por las playas de Río de Janeiro, donde no pararán de bailar, de divertirse ni de disfrutar. Yo de ustedes aceptaba la invitación, ahí queda.