Por aquellos años, dada por finalizada La Movida Madrileña, la escena independiente española quedaba en manos del ruido y la distorsión guitarrera de los sonidos del naciente indie. Es en este panorama en el que comienzan a surgir, principalmente en Donosti, jóvenes grupos que en contraste con estos sonidos desgarradores, proponen canciones apacibles que, cantadas en español, hablaban de las sorpresas de entresemana, reparando en todo aquello que hasta el momento había pasado casi desapercibido, y retomando esa visión del pop apenas explorada (aunque de qué manera) por nombres como Vainica o Berlanga.
Así, en 1988, de la mano de Alejo Alberdi, graban un mini-LP para DRO. El que sería su primer y último trabajo como Aventuras de Kirlian, contenía nueve canciones serenas y sugerentes, donde abrigadas por las cuerdas sin efectos de Ibon y Teresa, y la batería sin platos ni bombos de Peru, el arrullo otoñal de Jone encajaba de manera perfecta con aquellas muestras iniciáticas del pop más desnudo y frágil.
Sin artificios, guiados por la naturalidad, con los elementos justos y las palabras precisas, Aventuras de Kirlian abría un universo nuevo donde resultaba fácil reflejarse, bebiendo de grupos como Young Marble Giants, Marine Girls, el pop psicodélico de los 60, o los posos nostálgicos de la chançon francesa.
Como ya se ha dicho en infinidad de reseñas, este disco terminaría convirtiéndose en un imprescindible para comprender la historia de la música independiente española, influyendo en el pop nacional, y sugiriendo ese nuevo horizonte que años más tarde Family terminaría por conquistar de manera rotunda.
“Un día gris”, “Maravillas”, “Pez Luna”, marcarían la salida para esos nuevos ritmos que después se repetirían en su nueva formación Le Mans, o en otro de los grupos representativos del denominado Sonido Donosti como La Buena Vida.
El color a esta tarde de invierno que es “Aventuras de Kirlian” (DRO, 1989) lo pone “Víctor”, una composición psicotrópicamente deliciosa, donde bajo el influjo de los sitares alguien recorta un aeroplano de papel. Simplemente eso.
En 1996 la discográfica reeditaría el disco, practicamente inencontrable hasta el momento, rescatando del olvido aquellos deliciosos temas.