Un piano en tonos graves crea una atmósfera claustrofóbica sobre la que la voz desgrana un bello poema de desamor, si es que el desamor cumpliese alguna vez la impudicia de ser bello. Como en sus canciones primeras siempre queda el empuje de salir adelante en cualquier circunstancia. Una canción compuesta por la propia cantante, pero que bien podría ser una pieza de George Brassens, al que cita en varias ocasiones. El peso de la tradición francesa se hace aquí casi insoportable. Evidentemente, no era un tema para encabezar un liviano single al uso; evidentemente es una tremenda canción de autor.
Para la cara B una canción compuesta por Hilario Camacho, más ligera y sensible que su vecina del otro lado en la que se manifiesta la ternura de esta voz profunda.