Así Duele un Verano

Mucho más centrado que el bonito, pero al mismo tiempo disperso «Diciembre 3 a.m,» (Acuarela, 1997), el segundo disco de Migala continúa y desarrolla lo iniciado por los madrileños. La portada, así como la fascinante «Wait the ships come back» nos adelantan la temática marítima del disco. Y la cosa se confirma con «The whale», donde la sombra de Tom Waits se deja ver: casi una marca de la casa eso de dejar siempre bien claro de dónde vienen.

La «otra marca de la casa» de Migala también está presente: la nostalgia. Esa nostalgia que vemos tanto en la composición como en las referencias que llenan sus canciones (casi siempre en forma de samples). Por eso «Low of defenses» se convierte en una de las mejores composiciones del grupo madrileño. La preciosa melodía circular de guitarra y glocken que constituye toda la introdución estalla en un Abel Hernández especialmente acertado capaz de, llegado el momento, llenarlo todo con su voz, una guitarra y un órgano.

«Gurb song» es otro clásico de Migala. Quizá ahora el recitado en inglés de Abel nos sobre (y a ellos también: cuando regrabaron esta canción en 2002 precindieron de él). El fraseo de la guitarra nos lleva ahora desde el mar al desierto, mientras un sintetizador trémulo marca el camino. Sin embargo en «Ancient glaciar tongues» las virtudes de Migala se convierten en defecto: la melancolía y la tranquilidad que se intentan transmitir se convierten en aburrimiento, a pesar de una bonita coda que no acaba de rematar. Curiosa «Unlost memory», en la que Abel, pese a su cuestionable inglés, consigue una preciosa canción en la estela de Smog, con la ayuda de violines. El disco termina con la sencilla, pero realmente bonita, «When I go, I go», de nuevo una voz y una guitarra, con más que evidentes ecos al Leonard Cohen de los 60. Un disco notable.