Con algo más de equilibrio y el mismo ímpetu sigue nuestro patriarca su fructífera y ordenada relación con Belter, aquí se empieza ya a notar una mayor intuición e inteligencia en la selección de temas y un mayor temple y ambición al interpretarlos, dejando algunos excesos que siempre sirven de anécdotas.
Abre la contundente y maravillosa "Levántate", una especie de desquite del despecho con mucha gracia y agallas, sin duda una de esas canciones marca "pescaílla" y su particular prisma del sentir y del decir, guitarreo lento, fraseo bien sostenido y palmas grillos acariciando la escena; algunos quejíos de veneración y esa demanda chula y herida de ‘Levántate no te arrodilles a mi presencia, si te remueve la conciencia recogerás la indiferencia por tu proceder"… poesía doméstica, ¡sí señor!
Con el "ay" quejumbroso vuelve a líarse el tablao, las cuerdas empiezan a bailar machacón, de nuevo las onomatopeyas marca de la casa, recuerdo, sentencia y ese silencio de olé y olé. La degustación del maestro de éste tan humano "Sabor a mi" es deliciosa, no vamos a pillarnos ningún coloque pero si que es cierto que pone una dulzura y honestidad donde otros solo ponen impostura y ortodoxia; es la sencillez, la medida y la herida en la interpretación vocal lo que sorprende de esta versión; se olvida ese demonio chico rumbero y vuelve el hombre, la luz última de la casa después del trabajo, esa timidez y temperatura de quien sabe que rasga sentimientos muy grandes, tan inasibles que prefiere no mentir, no añadir, dejarse agrietar por esos versos, dejarse ese dolor… sólo en el estribillo vuelven algunas de aquellas gaviotas que caracterizaban el son "González" que con la altitud agarran velocidad y ruido hasta una reprimenda, un lamento de lo vivido… ahí se siente, ahí misterio.
Otra joya perdida y digna de repatriación es ese "Trulerenle" que toca sin complejos temas tan prohibitivos como la segregación, con mucha templanza y buen hacer, algo más contenido y con un mayor de fondo del conocido atrezzo del cante (a saber palmá, cajoné, algarabía); muy alejada de su marca y que nos convence dentro de su campo de la poliédrica capacidad de reinvención de este creador.
Cierra la extraviada "No juegues conmigo" de la que nunca más se supo, si alguién la retiene en el ciberespacio que la suelte que nos quedan muchas ganas de taconear.