Antonio González

Antonio González

Muy pegadito al anterior, El Pescaílla afila un poco más aquí sus garras, el primer corte es testigo de ese amor humano, imperfecto, desgarrado y ardinete hacia su "Lola"; la sobriedad, el detalle, la ternura de las cuerdas, la sencillez de un poeta primero, todo está aquí. Después sube, se enrosca y se aprieta, se endurece, previo al amor, a la persecución, al festín. Dulce y emotiva, breve como lo real. "Ahorita (en nombre de Dios)" toma un corte más tradicional para ir pronto llenándolo de esa rumba y palmas ansiosas que poco a poco emergen como el timón de melodía, de nuevo progresión y un sonido que va ganando en densidad y contudencia. La temática ronda el compromiso de la pareja en una suerte de votos rumbo-flamencos.

¿Qué podemos decir del siguiente corte tan popular y narcotizante? Baste con dejar claro que nadie se ha cantado este "Sarandonga" con la coña, el rollo, la fuerza y el duende de su vocero. Nadie, ni descendientes ni advenedizos han podido emular esta espontaneidad, este arte vivo tan imperfecto, rabioso e incontrolable. Es ese directo, es esa hacer la cosas como salgan, es ese tirarse al río con latidos y sin remos, que suene, que retumbe, que sacuda y un arró con bacalaó a la salud de todos los que hacen fuego más que luz eléctrica. Pá requeteponerlo y molestar a los vecinos payos.

Si con "el nos vamos a comer el arroz" ya da para flipar este "Tomasa" parece darse la mano con la anterior en cuanto a cachondeo y guasa, desde luego menos calidad y más arbitrio pero de nuevo sabrosón y rumberico… parece una broma para cerrar el donut, apenas un minuto y medio donde se prolongan las palmas y los pasos molones del anterior; pues eso, muy gitano, muy de fiesta longeva y repleto de felicitá. Así suma uno más en su discografía Don Antonio, ahora destacando eso medios tiempitos rumbo-flamencos sin vergüensa, con musha sangre y ritmo de venas.

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