Con material casi idéntico le sacamos un poco más de gusanito a esta rumba catalana de calidad y corazón con esa buena y linda «Niña», que con un redoble más marcado y un tempo más rápido pero sin perder compostura nos regala una canción llena de poesía, ternura y romanticismo. Toca muy dentro, derrite, tiene el sabor de aquellas sonatas bajo el balcón a altas horas para hacer del amor algo luminoso. Nos queda ese «todo soy de ti, se complica tu mirada cuando yo empiezo contigo porque sabes si te callas que de ti soy el cautivo / cuando trato de decirte todo lo que yo te quiero tus ojillos se revisten con estrellas y luceros». Parece emular ese amor difuminado por la divergencia de edad y la laxitud de experiencias, otro podio de aquí el artista.
Uno de esos cortes que uno nunca se cansa de reiniciar y reescuchar es «Si yo pudiera detener el tiempo», breve y concisa es para mi la mejor amalgama de canción romántica dentro del repertorio de Antonio. Es su lirismo cuidado, casi místico, su crescendo tan conseguido y que alcanza el éxtasis con ese brutal «así mi amor estando contigo, dejar sin movimiento todo alrededor y entonces en ese momento hacer que se detenga el tiempo»; después se rasgan las cuerdas con la tormenta necesaria -timbas, cajones y juguetes varios cromatizan la segunda vuelta- y ahí se queda, eso sí, dejando ganas de más duración, menos velocidad.
Soy consciente de que «Esta tarde vi llover» no es el Parnaso pero invita a la lluvia, al olvido y al despecho. Otro clásico que con los ingredientes de Antonio adquiere nuevas cotas y quiebros, a destacar ese estallido en ‘Yo no se cuanto me quieres si me extrañas o me engañas ay que solo se que vi llover vi gente correr y no estabas tú», donde todo se rompe con violencia en la segunda ronda, las inflexiones de voz del cantante aúpan ese lamento como una oración.
Nos despedimos con «Mía», Toñi la hija del Pescaílla y Dolores Amaya en un documental de la rumba tomba sobre la figura de su padre reconocía que le desmontaba cuando cantaba esta conocida balada, totalmente de acuerdo. Aquí la instrumentación es somera pero preciosista, la interpretación de Papa Pescaílla sentida y herida como nunca, desnuda y valiente… para la eternidad sin forzar nada sin cabalgar en potro de nácar, paso a paso el amor se hace más verdadero y claro. Sirva pues de homenaje y abrazo a la familia.
Bueno pues tó eso, no os quitaréis del Pescaílla porque siempre muerde la cola de lo que no podíamos intuir en nuestros años más bárbaros e invita a revisar con actitud más abierta y sin prejuicios televisados toda aquella época de flamenco, rumba y copla para darse cuenta que aquellos que nuestros abuelos veneraban no estaban faltos para nada de excesos y engreimiento, y musho arte y duende que sin ver lo empastra todo con palmá y puntás. «Tan tara taratán trulerelé tum tum tó eve boí tai tai ay ay… LEVÁNTATE!!!!!»