Uno de esos LP a los que no cuesta ningún trabajo calificarlos con un rotundo diez. Y no es solo cosa mía. Un año entero entre los diez grandes más vendidos en nuestro país y nueve semanas en el número uno son ya avales importantes, un aval que supuso vender por encima de cien mil ejemplares. Si lo anterior fuese escaso mérito, hay que decir que ha sido elegido como el segundo mejor LP español de la década y aparece en varias clasificaciones como uno de los diez mejores long plays de nuestra historia.
Este manojo de canciones estaban ya compuestas cuando la cantautora grabó su primer disco para RCA, pero fueron descartadas por los lumbreras de esa discográfica. Esto supuso que la joven cantante plantase cara a los jefazos discográficos y se largase de ese sello. Canciones memorables como la que da título al álbum, una deliciosa poesía cargada de melancolía para la que Waldo de los Ríos hizo unos arreglos orquestales memorables. El periodista José María Plaza hizo el más certero comentario de esta pieza: “Mientras los intelectuales de la época intentaban entender ese sentimiento leyendo ‘El arte de amor’ de Erich Fromm, el resto de los mortales lo buscaban a través de aquel estribillo; amores se van marchando como las olas del mar”.
A esta canción se les unen diez compañeras sin desperdicio. “Un hombre marchó” es otra poema orquestado que entra de pleno en el estilo Mari Trini y que ella llevó muchos años en su repertorio de directo.
“Si no te vas con la tarde” es otra tremenda canción de amor en la que la cantante nos llena los oídos de sinceridad. El suave erotismo que destila “Cuando me acaricias”, con la voz gorda de Mari Trini susurrando y soñando una nueva vida entregada a su amante, nos da otra visión del amor, el eterno y casi siempre frustrante amor al que tantos versos dedicó.
Una de las pocas canciones no compuestas por ella es “Amanecí en tus brazos” , un clásico de José Alfredo Jiménez, autor mexicano de vida tortuosa y sensibilidad a flor de piel. Podríamos añadir “Vals de otoño”, “Mañana” y cualquiera de los títulos que aparecen en este LP perfecto.
Yo también fui uno de los chavales que colgó en su habitación un poster de Mari Trini. No era demasiado guapa ni desbordaba sensualidad, pero era de verdad y tal vez podría encontrar alguien como ella cualquier día al doblar cualquier esquina.