Con este disco se cierra la relación entre Ariola y Juan Pardo. Una asociación que había supuesto importantes ganancias para empresa y artista y que había dejado un puñado de buenos LP y varios nº 1 absolutos de ventas en los dos formatos. No fue una ruptura traumática. Simplemente se acabó el contrato y las partes decidieron no renovarlo.
Juan atraviesa en estos años sus particulares vacas flacas creativas y eso se traduce en una serie de canciones con escaso punch. Eso unido al desinterés de Ariola por este disco, del que no se editaron sencillos, llamó poco la atención de los seguidores habituales.
Dentro de una elegante mediocridad destacan dos canciones: «Amor mío» y «Mi herida», una balada y un tiempo medio que se parecen mucho más a los temas que haría para Hispavox, que a tiempos pasados. Canciones con ese aire melancólico y esa retranca que destilan los temas de este autor. El tercer tema con el que me quedo es «Pajarillo», con una interpretación casi enrabietada y una instrumentación cargada de vientos.
Nuestro cantante parece ahora querer reinventarse como cantante melódico, al estilo de Camilo Sesto y otras grandes voces de la época. Lo conseguirá, pero sus canciones guardaran escondido un leve toque pop.