Tras diecisiete años Germán Coppini vuelve acompañado por Los Voluntarios, una banda de rock con carisma, con una idea clara: rendir un homenaje sincero a la América Latina. Y es que «en estos duros momentos para la sociedad, ahora más que nunca es necesario reinterpretar y adaptar el mensaje de grandes como Víctor Jara, Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Pablo Milanés, Chico Buarque, Amparo Ochoa, Carlos Mejía Godoy, Malvina Reynolds o Carlos Puebla«.
El disco se presenta en un formato muy cuidado, con un encarte de época de cartón, en vinilo de 180g con quince temas. Incluye un libro con veinticuatro páginas a todo color con las letras de las canciones, ilustración por cada tema, fotos y textos del propio Germán, Carlos Tena, José Manuel Lechado, Gonzalo Romero… y además un CD-vinilo con los temas del LP más bonus tracks.
Un disco en el que Germán nos habla de la emigración -«Milonga para andar lejos» (Daniel Viglietti), «El árbol que tú olvidaste» (Atahualpa Yupanqui)-, de la lucha -célebre ese estribillo «La tierra debe de ser de quien la esté trabajando» de «Mi abuelo» (Amparo Ochoa)-; de la unión del pueblo -«Soy del pueblo» (Carlos Puebla), «Cielito de los muchachos» (Mario Benedetti / Daniel Viglietti)-, de la denuncia de la esclavitud y el trabajo infantil -«Quincho Barrilete» (Carlos Mejía Godoy)-, de la diferencia entre las clases sociales -«Cajitas» (Malvina Reynolds), «Pobre del cantor» (Pablo Milanés)- y del amor sincero -«Corazón maldito» (Violeta Parra)-. También se atreve con himnos como «Duerme negrito«.
La intención de Germán con este disco fue preparar una selección de canciones de la América Latina, desechando las más obvias, dándole protagonismo a las que mejor se prestaban a nuevas adaptaciones… «Canciones profundas que testimonian estados del alma, heridas que no se han cerrado (de ahí el título del disco), pero que llevan en todas ellas una carga poética«.
Un disco que recuperaba a Germán, a un Coppini en forma, perfectamente arropado por Los Voluntarios.