En el 86 tanto Siniestro Total como Os Resentidos estaban en un gran momento creativo, sus líderes, Julián Hernández y Antón Reixa, seres prolíficos donde los haya, lanzan esta opereta multi-media «fin de curso», obra compartida en la que el primero aporta la música y el segundo unas letras que en esta ocasión no cumplen las expectativas.
La opereta fue presentada el 13 de agosto del 86 en el Paraninfo de La Magdalena de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander, aunque su puesta en escena más ambiciosa tuvo lugar el 20 de septiembre de ese mismo año en la capital, dentro de los actos de aquel hermanamiento entre las Movidas de Madrid y Vigo, «Madrid se escribe con V de Vigo» (lema acuñado por Xosé Manuel Pereiro).
A nivel musical, el disco es una mezcla de estilos entre los que encontramos desde sintetizadores y ritmos electrónicos que recuerdan a Kraftwerk y Aviador Dro, “Basic Fever”, a órganos juguetones y tintes clásicos, “Time of shaving (obertura)”, predominando los pianos y el rock con aires operísticos.
Lo cierto es que la experiencia es bastante frustrante, a pesar de un gran inicio con los coros luminosos y el piano certero de “Time of shaving (obertura)”, reflexión metafísica sobre el tiempo salpicada de afeitados instantáneos y bálsamos para pieles irritadas. Pero conforme vamos avanzando la cosa decae de forma alarmante, “Sinfonía doméstica” busca la risa sin encontrarla, algo que puede resultar bochornoso cuando se pasea por la cuerda floja, con “unha opereta ven sendo unha ópera retransmitida” consiguen que uno esboce una ligera mueca pero nada más. “Cameselle emigrante” brilla con luz propia entre la mediocridad, un órgano afilado y un coro redentor elevan el nivel (algo bastante fácil por otra parte), “Cameselle emigrante like a rolling stone”. Cortes como “Oda á caspa” o “Lonesome Licho” bajan el listón hasta el suelo. Alguna luz en los ritmos electrónicos de “Basic fever” que consigue hermanar a Kraftwerk y a Aviador Dro.
Un proyecto sin trascendencia ni continuación, en el que nadie perderá su tiempo salvo algún melómano coleccionista de vinilos o nostálgicos completistas.